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Óscar Esquivias

03 Oct 2019
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Reptiles, buitres y demás fauna del idioma

Gracias a las tablillas de arcilla sumerias conocemos las primeras fábulas protagonizadas por animales, a los que se atribuyen virtudes y vicios humanos y, por tanto, personalidad. Algunos tópicos sobre su carácter perduran desde entonces, como la necedad y obstinación del burro; en otros casos, el cambio ha sido radical: así, los mesopotámicos (según Samuel Noah Kramer) veían en el zorro un ser fanfarrón, ridículo y cobarde, y no lo consideraban en absoluto un ejemplo de astucia. En español, los animales nos han inspirado algunos elogios («león», «toro», «lince»), muchísimos insultos («perro», «cerdo», «cernícalo», «víbora», «mariposón», «besugo», «foca», «cabeza de chorlito»…), ciertos verbos («amilanar», «mirlarse», «engallar», «pajarear», «erizar») y mil adjetivos, comparaciones o identificaciones que, a veces, parecen dictados por una lógica infantil, como afirmar de alguien que tiene «memoria de elefante» o, todo lo contrario, «memoria de grillo» (o «de gallo» o «de pez»).

Estos últimos años los medios de comunicación han usado dos expresiones muy gráficas que también aluden a animales. Me refiero a «fondo de reptiles» y «fondos buitre». Cualquier hispanohablante, aun desconociendo su significado, sabe que se trata de conceptos negativos, porque desde hace siglos nadie usa «reptil» o «buitre» como elogio.

El «fondo de reptiles» es el dinero secreto con el que los gobiernos pagan trabajos inconfesables. El registro más antiguo que he encontrado de su uso en español se remonta a 1877. El diario madrileño La mañana denunciaba entonces que el ministro de Exteriores francés, el duque de Decazes, financiaba con tal fondo propaganda socialista y antialemana. La expresión aparecía destacada tipográficamente, en cursiva, así que se debía de considerar aún exótica, y eso que llevaba ya unos años circulando en el lenguaje político internacional. Fue Bismarck quien la propició en un discurso de 1869, cuando llamó a sus enemigos reptiles malvados. Los aludidos le devolvieron el denuesto aplicándolo a los periodistas afines al canciller, a quienes acusaban de recibir sobornos del erario.

Los «fondos buitre», por su parte, son fondos de inversión especulativos que acechan a Estados o empresas en graves dificultades económicas para aprovecharse de su debilidad, igual que los buitres se ciernen sobre los animales moribundos. La expresión procede del inglés y en el ámbito hispano empezó a popularizarse en la década de 1990. Su aparición en los medios de comunicación está ligada a la crisis económica y tiene valor indicativo de los vaivenes de cada país (en el caso de España, su uso fue aumentando hasta 2014 y luego decreció). Vulture fund es una expresión tan plástica que ha arraigado en muchos otros idiomas, como el alemán (geierfonds) o el francés (fond vautour).

¡Pobres buitres y pobres reptiles, qué mala fama arrastran! En ciertas culturas de la Antigüedad estaban divinizados, pero en la Biblia Yavé condenó a la serpiente a arrastrarse por el polvo e incluyó entre los animales impuros a todos los reptiles y al buitre. Esta maldición ha perdurado hasta hoy mismo, hasta las fábulas contemporáneas que se narran en los noticiarios, como si estos animales fueran capaces de tanta corrupción y maldad como los humanos.

 

Este artículo de Óscar Esquivias es uno de los contenidos del número 4 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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