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26 Feb 2023
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

El sentido de la vida, en tres poemas sublimes

El sentido de la vida es una de las obsesiones intelectuales centrales desde que el hombre es hombre. ¿Qué somos? ¿Para qué hemos nacido? ¿Qué hay más allá de la muerte? Nada extraño que también sea uno de los grandes asuntos poéticos, una materia prima recurrente para la lírica.

No ha faltado esa materia en Poemas sentidos, este blog ahora en transformación, y no podía faltar en estas entradas de transición de este espacio. Hoy os traigo tres textos excelsos sobre este asunto, tres textos inmortales, plenamente vigentes pese a que ninguno de ellos es reciente. Uno de Calderón de la Barca, otro de Rubén Darío y un tercero de Jorge Luis Borges.

El de Calderón es un fragmento del segundo soliloquio de Segismundo, de su celebérrima La vida es sueño. Estrenada en 1635, La vida es sueño es una de las obras teatrales más representadas de la historia, sea en español o sea traducida y adaptada a otras lenguas. En vida del autor, se llevó a media Europa: Bruselas, Ámsterdam, Hamburgo, Dresde… Públicos de todo el mundo y de todas las épocas se han visto reflejados en el drama existencial de Segismundo. Estos versos, con los que se cierra el segundo acto, 

¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

han resonado en miles de escenarios, dichos y sentidos por muchos de los principales actores de los últimos cuatro siglos. Ahí va al completo la entrada del blog que le dediqué.

El poema de Rubén Darío, Lo fatal, es uno de sus textos clave. El autor ha dejado atrás los versos optimistas, vivaces, floridos y sensuales de sus primeros años y se ha vuelto más intimista, más reflexivo y muy pesimista. Este comienzo del poema es tremendo:

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Y este final es estremecedor: 

¡y no saber a dónde vamos,
ni de dónde venimos!

Mi comentario y el poema completo aquí.

En el soneto Ajedrez, Borges abre el plano de su mirada verso a verso, hasta este terceto final:

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?

Habla de la divinidad, y habla sobre todo de nosotros mismos. Aquí tienes la entrada completa