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04 Dic 2022
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Ritmos negros del Perú, de Nicomedes Santa Cruz

Ritmos de la esclavitud
contra amarguras y penas.
Al compás de las cadenas
ritmos negros del Perú.

De África llegó mi abuela
vestida con caracoles,
la trajeron lo` epañoles
en un barco carabela.
La marcaron con candela,
la carimba fue su cruz.
Y en América del Sur
al golpe de sus dolores
dieron los negros tambores
ritmos de la esclavitud

Por una moneda sola
la revendieron en Lima
y en la Hacienda La Molina
sirvió a la gente española.
Con otros negros de Angola
ganaron por sus faenas
zancudos para sus venas
para dormir duro suelo
y naíta`e consuelo
contra amarguras y penas…

En la plantación de caña
nació el triste socavón,
en el trapiche de ron
el negro cantó la zaña.
El machete y la guadaña
curtió sus manos morenas;
y los indios con sus quenas
y el negro con tamborete
cantaron su triste suerte
al compás de las cadenas.

Murieron los negros viejos
pero entre la caña seca
se escucha su zamacueca
y el panalivio muy lejos.
Y se escuchan los festejos
que cantó en su juventud.
De Cañete a Tombuctú,
de Chancay a Mozambique
llevan sus claros repiques
ritmos negros del Perú.

Músico, folclorista, poeta, el peruano Nicomedes Santa Cruz (1922-1992) no sólo fue un intelectual y un artista: también, un activista social y político contra el racismo, la desigualdad o el imperialismo. Siempre desde la cultura, desde la reivindicación y la reconstrucción de la danza y de la música de sus antepasados africanos -angoleños, en su caso- llevados como esclavos a la fuerza al Perú por los españoles.

En muchas reseñas biográficas, os encontraréis a Santa Cruz calificado no tanto como «poeta» como cuanto «decimista», pues en décimas está compuesta gran parte de su obra. La décima es una estrofa de trayectoria fecunda en nuestras letras desde nuestros Siglos de Oro. Una décima es el poema de fray Luis de León que os traje aquí en su día. En décimas están los famosísimos soliloquios de Segismundo de La vida es sueño, de Calderón, que también han pasado por este blog. Varios siglos después de esos dos clásicos, las décimas de Nicomedes Santa Cruz tienen un aire nuevo, más musical, de ritmo más vivo… sin perder por lo general por ello el consejo que daba Lope de Vega en su Arte nueva de hacer comedias: «Las décimas son buenas para quejas».

Así como Lope explica en un soneto cómo se hace un soneto («Un soneto me manda hacer Violante…»), Santa Cruz cuenta en uno de sus poemas, en décimas, cómo se crean las décimas: «Si rima con mucho esmero / la consonancia hará el resto: / Décimo, Séptimo y Sexto; / Quinto y Cuarto con Primero. / Versos Segundo y Tercero / son de igual terminación; / para mayor perfección / rime Octavo con Noveno / y con cada verso bueno / conserva la tradición. // Octosilábica, hispana, / fue la décima genuina, / insuperable, divina / es la décima peruana. / Si algún día alguien me gana / o me llevase Jesús, / que no se extinga la luz / en ese cantar tan nuestro. / Lo pide… un servidor vuestro: / Nicomedes Santa Cruz».

Pero Santa Cruz no es solo artificio, ritmo, habilidad versificadora. Es también y sobre todo reivindicación cultural y denuncia social, como vemos en su poema América Latina (… «He aquí mis vecinos. / He aquí mis hermanos / (…) indoblanquinegros, / blanquinegrindios / y negrindoblancos») o en el poema que hoy os traigo, este Ritmos negros del Perú tan representativo de su obra. 

El poema está compuesto por una redondilla que hace de prólogo o pórtico y cuatro décimas -con algunas rimas en asonante, y no en el consonante canónico- «buenas para quejas», e incluye algunos términos (carimba, socavón, zaña, quenas, panalivio, zamacueca…) que os recomiendo que, si no los conocéis, busquéis en los diccionarios, pues unos están relacionados con el rico mundo del folclore afroamericano y otros con el terrible mundo de la esclavitud. Estos últimos me recuerdan, por cierto, el soneto A la abolición de la esclavitud en Cuba, de la romántica Carolina Coronado, que ya os traje aquí. 

Antes de la redondilla, este Ritmos negros del Perú lleva una dedicatoria: «A don Porfirio Vásquez A.». Fue su maestro. Guitarrista, cantante, bailarín, cajoneador y también decimista, Porfirio Vásquez Aparicio, llamado El Príncipe de la Música Negra, generó en Santa Cruz una admiración enorme, a la que este se refirió toda su vida. Le hizo incluso un poema que acababa con esta décima: «Cuando le llegue el momento / -y esto no es un mal presagio- / como póstumo sufragio / le haremos un monumento. / Ruego al que grabe el cemento / que con buen cincel recalque / y en un ángulo le marque, / donde la piedra resista, / para que por siempre exista / su nombre: ¡PORFIRIO VÁSQUEZ!».

Volvamos a nuestro poema de hoy. Yo lo digo y lo siento así: