PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

08 May 2022
Compartir

Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Marta y María, de María Victoria Atencia

Una cosa, amor mío, me será imprescindible
para estar reclinada a tu vera en el suelo:
que mis ojos te miren y tu gracia me llene;
que tu mirada colme mi pecho de ternura
y enajenada toda no encuentre otro motivo
de muerte que tu ausencia.

Mas qué será de mí cuando tú te me vayas.
De poco o nada sirven, fuera de tus razones,
la casa y sus quehaceres, la cocina y el huerto.
Eres todo mi ocio:
qué importa que mi hermana o los demás murmuren,
si en mi defensa sales, ya que sólo amor cuenta.

La malagueña María Victoria Atencia (1931) es una interesantísima poeta de la llamada Generación del 50, un amplísimo grupo del que ya hemos hablado aquí al comentar versos del ovetense Ángel González, la madrileña Gloria Fuertes, el orensano José Ángel Valente  o el barcelonés Jaime Gil de Biedma.

La obra de Atencia ha llegado a los más remotos confines. Ha sido traducida al francés, al portugués, al gallego, al inglés, al italiano, al flamenco, al lituano, al checo, al búlgaro, al rumano, al polaco, al sueco, al árabe, al hebreo… ¡Hasta al latín! Y en su Málaga natal aún reside Atencia, con 91 años largos de edad. Una avenida, un centro cultural y un instituto llevan allí su nombre. Allí se formó, en colegios religiosos que dejaron en sus versos, como veremos, un hondo poso. Su obra, con Rilke y el mar como dos grandes motores, es una mezcla de clasicismo y modernidad, de tradición e innovación. La malagueña pasa por ser, con sobradas razones, una de las grandes dominadoras del alejandrino, un verso de catorce sílabas de larga raigambre en nuestra tradición poética, la mayoría de las veces usado en composiciones blancas, sin rima, como en esta que hoy os traigo, o como en el impactante Epitafio para una muchacha, que dice así: «Porque te fue negado el tiempo de la dicha / tu corazón descansa tan ajeno a las rosas. / Tu sangre y carne fueron tu vestido más rico / y la tierra no supo lo firme de tu paso. // Aquí empieza tu siembra y acaba juntamente / -tal se entierra a un vencido al final del combate-, / donde el agua en noviembre calará tu ternura / y el ladrido de un perro tenga voz de presagio. // Quieta tu vida toda al tacto de la muerte, / que a las semillas puede y cercena los brotes, / te quedaste en capullo sin abrir, y ya nunca / sabrás el estallido floral de primavera».

Obtuvo con 40 años el título de piloto de aviación, y aunque dejó la actividad por circunstancias familiares, nunca abandonó su pasión por las alturas. «De las cinco orientaciones cardinales elijo con pasión la del vuelo», escribe en Estrofa 24.

El poema que hoy os traigo da título a un poemario publicado en 1971 que abre una etapa en la que Atencia -dicen los expertos- encuentra su fuente de inspiración en lo doméstico. En general, la poesía no es ni está ni existe para que la entendamos, sino para que la sintamos. Pero este poema de hoy no lo sentiríamos del todo si no entendiéramos en qué se basa, a qué se refiere. Está inspirado en un pasaje del capítulo 10 del Evangelio de san Lucas, que en los versículos 38 a 42 -en versión que tomo del teólogo alemán Juan Straubinger- dice así: «Durante su viaje, entró en cierta aldea, y una mujer llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía ésta una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Pero Marta, que andaba muy afanada en los múltiples quehaceres del servicio, vino a decirle: «Señor, ¿no se te da nada que mi hermana me haya dejado servir sola? Dile, pues, que me ayude. El Señor le respondió: “¡Marta, Marta! tú te afanas y te agitas por muchas cosas. Una sola es necesaria. María eligió la buena parte, que no le será quitada”.

Este Marta y María, con alejandrinos tan excelsos como ese “Mas que será de mí cuando tú te me vayas”, yo lo siento y lo digo así: