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11 Jul 2021
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Contra Jaime Gil de Biedma, de Jaime Gil de Biedma

De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación -y ya es decir-,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?

Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.

Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
-seguro de gustar- es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.

Si no fueses tan puta!
Y si yo no supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco…
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.

A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!

Castellano de origen familiar, catalán de vida y trayectoria, viajero cosmopolita, residente mucho tiempo en Barcelona, alguno en Oxford y otro más largo en Filipinas. Culto hasta casi la petulancia, dialéctico hasta la soberbia, burgués y directivo empresarial que acabó en el marxismo, pesimista permanente, Jaime Gil de Biedma (1929-1990) es uno de los grandes poetas de la fecunda Generación del 50, la de José Ángel Valente, José Agustín Goytisolo, Carlos Barral, Alfonso Costafreda o Juan Marsé en Barcelona; y Ángel González, Claudio Rodríguez, Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio y Josefina Aldecoa o Juan García Hortelano en Madrid; y José Manuel Caballero Bonald y otros en Andalucía; y… Antonio Machado para todos y Vicente Aleixandre para los de Madrid fueron sus principales referentes.

Gil de Biedma es también uno de los más controvertidos de su generación: por sus contradicciones permanentes, por su vida de excesos de alcohol y de sexo, por su tendencia autodestructiva. Tras Poemas póstumos, poemario de 1968 de significativo título, dejó prácticamente de escribir y de publicar y se sumergió en sus depresiones. Intentó dos veces suicidarse, contrajo la sífilis en tres ocasiones, enfermó y murió de sida. En su muy citado poema De vita beata se observa bien todo ese pesimismo, esa deriva autodestructiva. Esta vez, en tono estoico: «En un viejo país ineficiente, / algo así como España entre dos guerras / civiles, en un pueblo junto al mar, / poseer una casa y poca hacienda / y memoria ninguna. No leer, / no sufrir, no escribir, no pagar cuentas, / y vivir como un noble arruinado / entre las ruinas de mi inteligencia».

Dudaba si traeros hoy esos celebérrimos versos o si los también muy conocidos de No volveré a ser joven: «Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde / –como todos los jóvenes, yo vine / a llevarme la vida por delante. / Dejar huella quería / y marcharme entre aplausos / –envejecer, morir, eran tan solo / las dimensiones del teatro. / Pero ha pasado el tiempo / y la verdad desagradable asoma: / envejecer, morir, / es el único argumento de la obra».

Ambos poemas dibujan bien al autor. Sus debilidades, sus obsesiones, sus miedos… Pero quizás ninguno de sus textos lo perfila con tantos matices como este otro que finalmente os traigo. De principio a fin, de esos terribles tres últimos versos hasta el título: Contra Jaime Gil de Biedma. «En mi poesía no hay más que dos temas: el paso del tiempo y yo», dijo el autor sobre su obra. Y sobre este poema concreto, del que dijo que era una «metáfora dramatizada» «de la íntima y sórdida relación que toda persona mínimamente lúcida y reflexiva mantiene consigo mismo y con los avatares de su autoconciencia».

Y es que en el fondo toda su vida -y la mayor parte de su obra, o al menos la más valiosa- fue una pugna consigo mismo. O contra sí mismo.

Yo lo digo y lo siento así: