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05 Dic 2021
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Canción, de Diego Hurtado de Mendoza

Pastora, si mal me quieres
y deseas apartarme,
bien lo muestras con mirarme.

Contigo tienes testigos,
señora, de estos antojos,
que el corazón y los ojos
nunca fueron enemigos.
Huyan de ti tus amigos
y tú huye de mirarme,
que yo no puedo apartarme.

Nadie ponga el afición
en voluntad ocupada,
que al cabo de la jornada
para en desesperación.
Yo busco mi perdición
y tú quieres ayudarme,
pastora, con mal mirarme.

Doblada lleva la queja
el pastor que por ti muere,
si quieres a quien te deja
y dejas a quien te quiere.
Vaya amor adonde fuere
que, aunque quieras apartarme,
no podrás con no mirarme.

Diego Hurtado de Mendoza. Para muchos, don Diego: «¿Qué cosa aventaja a una redondilla de don Diego Hurtado de Mendoza?», dijo de él Lope de Vega. Nacido hacia 1503 o 1504, fallecido en agosto de 1575. Poeta, quizás novelista, diplomático, bibliófilo, hombre de armas y de letras, humanista. Hoy os traigo a este espacio una de las más interesantes personalidades de nuestro primer Siglo de Oro.

Poeta al viejo estilo tradicional castellano, pero también al nuevo modo italianizante impulsado por sus contemporáneos y casi amigos Boscán y Garcilaso. Diplomático de larga carrera: embajador en la Inglaterra de Enrique VIII, en  Venecia, en Roma. Bibliófilo exquisito: en sus viajes por toda Europa reunió una colección de libros que legó a Felipe II y acabó depositada en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Militar en las campañas contra la sublevación de los moriscos, y autor después de una Guerra de las Alpujarras que se tiene aún hoy por una de las más documentadas y completas. Humanista, y de gran formación: conocía el latín, el griego, el hebreo y el árabe. ¿Y novelista? Puede que también, y no cualquiera: muchos expertos a lo largo de los últimos siglos lo han tenido por el autor del Lazarillo de Tormes, la primera novela moderna de la historia. Quizás algún día se encuentre la prueba definitiva de que lo fue.

Como poeta, fue tradicional y moderno; de octosílabos y de endecasílabos; de redondillas y de sonetos. Y con peculiariedades tan curiosas como -uno- que hizo incluso poemas erótico-satíricos, entre ellos una Fábula del cangrejo que pasa por ser una obra mayor del subgénero; y -dos- que fue el inventor del soneto dentro del soneto. ¿Recordáis el célebre «Un soneto me manda hacer Violante…’ de Lope de Vega? Pues casi cien años antes Diego Hurtado de Mendoza había compuesto este que aquí transcribo: «Pedís, Reina, un soneto y os lo hago. / Ya el primer verso y el segundo es hecho; / si el tercero me sale de provecho, / con otro más en un cuarteto os pago. / El quinto alcanzo: ¡España! ¡Santïago / cierra! Y entro en el sexto: ¡Sus, buen pecho! / Si el séptimo libro, gran derecho / tengo a salir con vida de este trago. / Ya tenemos a un cabo los cuartetos: / ¿Qué me decís, señora? ¿No ando bravo? / Mas sabe Dios si temo los tercetos. / ¡Ay! Si con bien este segundo acabo, / ¡nunca en toda mi vida más sonetos! / Más deste, gloria a Dios, ya he visto el cabo».

La Canción de Hurtado de Mendoza que hoy os traigo entra de lleno en otra fecunda tradición literaria. La mirada, los ojos, como punto de partida en el amor y en el desamor, son temas poéticos eternos. En nuestra literatura, por ejemplo, de Mio Cid («de los sus ojos, tan fuertemente llorando») o Gutierre de Cetina («Ojos claros, serenos…») a Gustavo Adolfo Bécquer («Por una mirada un mundo…»). Además, ese «si quieres a quien te deja / y dejas a quien te quiere» de casi el final de nuestro poema de hoy nos remite a otra constante poética que nos encontraremos siglo y medio después extraordinariamente bien desarrollada y sentida en sor Juana Inés de la Cruz: «Al que ingrato me deja, busco amante; / al que amante me sigue, dejo ingrata; / constante adoro a quien mi amor maltrata; / maltrato a quien mi amor busca constante…».

Yo digo y siento así esta Canción del gran Hurtado de Mendoza