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12 Dic 2021
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Recuerdo de sombras, de Concha Méndez

Sobre la blanca almohada,
más allá del deseo,
sobre la blanca noche,
sobre el blanco silencio,
sobre nosotros mismos,
las almas en su encuentro.

Sobre mi frente erguido
el exacto momento,
dices que en una sombra
vives en mi recuerdo.

Síntesis de las horas.
Tú y yo en movimiento
luchando viva a vida,
gozando cuerpo a cuerpo.

Dices que en estas sombras
vives en mi recuerdo,
y son las mismas sombras
que están en mí viviendo.

Aunque apenas lo tengan en cuenta la mayoría de críticos y de antólogos, la fecunda Generación del 27 fue también femenina. A la veintena de nombres de hombres conocidos y muy reconocidos (Lorca, Alberti, Salinas, Guillén, Aleixandre, Cernuda…) hay que añadirle el de unas cuantas mujeres. Los de las poetas Josefina de la Torre o Ernestina de Champourcín, las escritoras María Teresa León, Rosa Chacel o Luisa Carnés o la pintora Maruja Mallo, por ejemplo. Y por supuesto, el de nuestra invitada de hoy, la poeta, escritora, autora teatral, guionista y editora Concha Méndez.

Se conocieron y trataron todas ellas, y mucho, sobre todo en el Lyceum Club Femenino, una asociación de mujeres a la que pertenecieron también María de Maeztu, Zenobia Camprubí, Clara Campoamor, Victoria Kent, María Lejárraga o Elena Fortún. Ahora se conoce más al grupo como Las Sinsombrero, pues convirtieron la renuncia a esa prenda en un símbolo de libertad, de transgresión, de liberar de prejuicios la cabeza y las ideas.

Concha Méndez (1898-1986) fue una de las principales sinsombrero. De familia adinerada, destacó en varios deportes (gimnasia, natación), se emancipó de su familia y viajó por medio mundo (Londres, Montevideo -donde trató a Juana de Ibarbourou-, Buenos Aires -donde publicó en la prensa e hizo amistad con Alfonsina Storni, Alfonso Reyes o Norah Borges-…), se dio a conocer muy joven con poemarios muy celebrados, tuvo por primer novio a Luis Buñuel, se casó con el impresor y poeta Manuel Altolaguirre (y sus testigos de boda fueron Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén y Luis Cernuda)…

Con Altolaguirre creó la imprenta La Verónica, y juntos editaron las revistas Héroe, 1616 -bilingüe, en español y en inglés, y con ese título por el año de la muerte de Cervantes y Shakespeare- y Caballo verde para la poesía, en las que publicaron los mejores de su tiempo. Con él se exilio a México tras la Guerra Civil. Allí se divorciaron, tras enamorarse él de la cubana María Luisa Gómez Mena. «Los brazos que te han llevado, / no te dejen escapar / para volver a mi lado. / Nos separa un ancho mar / de difíciles tormentas, / y náufrago has de llegar, / si es que vuelves a mi puerta, / para quererte salvar. / Brazos que te sujetaron / para alejarte de mí, / ¡a mí sí que me salvaron!», le dijo ella en un memorable poema.

En Memorias habladas, memorias armadas, un libro tardío que elaboró su nieta, Paloma Ulacia Altolaguirre, a partir de muchas horas de cintas grabadas con la poeta, Concha Méndez se confirma -como en toda su obra anterior- como una pionera, una voz singular, única, irrepetible.

Pensé primero traeros hoy este otro poema de Concha Méndez, tan biográfico: «Me gusta andar de noche las ciudades desiertas, / cuando los propios pasos se oyen en el silencio. / Sentirse andar, a solas, por entre lo dormido, / es sentir que se pasa por entre un mundo inmenso. / Todo cobra relieve: una ventana abierta, / una luz, una pausa, un suspiro, una sombra… / Las calles son más largas, el tiempo también crece. / ¡Yo alcancé a vivir siglos andando algunas horas!». Pero he juzgado más significativo y más representativo de su poética este Recuerdo de sombras, que digo y siento así: