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Laura González López

06 Sep 2022
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Firmas

¿Todos los adverbios son adverbios?

Seguramente recuerda su primera clase de Lengua y a su profesora diciendo: «Tradicionalmente, las palabras se pueden clasificar en variables e invariables. Entre las primeras, se encuentran los verbos, sustantivos, adjetivos y determinantes; entre las segundas, las preposiciones, conjunciones y adverbios». Si bien las primeras parecen tener claras distinciones, la profesora encuentra dificultades para definir las últimas, sobre todo cuando se detiene en aquellas que, como su propio nombre indica, van ‘hacia’ o ‘al lado’ (ad) de la ‘gran palabra’ o verbo: los ad-verbios.

Estos se pueden clasificar de muchas formas, continúa la profesora, pero la más común es en función de su significado. Así, tenemos adverbios que denotan cantidad (mucho), manera (así, como), lugar (allí, donde) o tiempo (hoy, cuando), y otros que implican duda (quizá, tal vez), afirmación (), negación (no) o aspecto (completamente). Las preguntas de los alumnos son inmediatas: ¿qué características comparten todas estas palabras, tan distintas entre sí? ¿Estas propiedades son suficientes para incluirlas en la misma categoría? En realidad, ¿cómo se definen los adverbios?

De acuerdo con la Nueva gramática de la lengua española (NGLE), los adverbios son «una clase de palabras invariables cuyos miembros presentan cierta heterogeneidad». Es decir, son, según lingüistas reconocidos, el gran «cajón de sastre» al que van a parar todas aquellas palabras que no son ni verbos, ni sustantivos, ni adjetivos, ni preposiciones, ni conjunciones. Las propiedades que, en principio, nos permiten identificarlos son dos, de acuerdo con la NGLE: que no admiten flexión, o lo que es lo mismo, son invariables (no se puede decir *muys, *allías, *dondes), y que modifican a grupos sintácticos muy distintos. La primera característica la comparten con las preposiciones y las conjunciones, pero la segunda es la que los diferencia de las anteriores, esto es, es su propiedad distintiva. Sin embargo, es en ella donde surgen más problemas, lo que hace difícil pensar que todas estas palabras formen parte de la misma categoría.

Si miramos con más detenimiento a qué grupos sintácticos modifican los «adverbios», observamos que, en realidad, pueden aparecer con todo tipo de estructuras: desde verbos (subió ágilmente las escaleras), adjetivos (algo cansado, absolutamente lleno) y adverbios (muy arriba), a grupos preposicionales (también de madera), grupos nominales (incluso tus hijos) o, incluso, tener alcance sobre toda la oración (Probablemente, lo hará mañana). No obstante, sus propiedades son muy diferentes en unos y otros casos.

Empecemos con los adverbios que están asociados con el grado. Los estudios muestran que pueden modificar a adjetivos (muy enfadado, más alto), pero también a adverbios (más arriba) e, incluso, a grupos preposicionales (muy por encima de la media). Poca o ninguna relación guardan estos elementos con los acabados en ―mente, compuestos por adjetivo + sustantivo (clara mente) y cuya ‘forma’ final se debe a un proceso de gramaticalización (claramente), de ahí que no sea posible construirlos en masculino (*claromente), si bien no todos los adjetivos pueden aparecer en estos contextos (*bonitamente). Estos adverbios pueden incidir sobre el predicado e indicar la manera en la que se realiza la acción, principalmente cuando aparecen en posición intermedia (Salió rápidamente de la carretera = ‘de manera rápida, con rapidez’), o modificar a la oración en su totalidad, denominados en estos casos adverbios oracionales. Estos últimos pueden estar orientados al hablante o al oyente (Honestamente, nunca pensé que lo conseguirías), o poner el foco en el contenido del mensaje ({Posiblemente/Indudablemente/Aparentemente}, llegaremos tarde).

Por otro lado, tendríamos aquellos «adverbios» que implican negación como no,que poco o nada tienen que ver con los grupos anteriores, más allá de que su naturaleza sea invariable. Estos, a diferencia de los otros, no son optativos, ya que afectan al valor de verdad de la oración (Lo haré vs. No lo haré). Tal es su importancia que, si bi presencia permite la aparición de otros elementos (Tu prima no estudia nada), su ausencia convierte la oración en agramatical (*Tu prima estudia nada). ¿Realmente son adverbios?

Ni siquiera las mal llamadas oraciones adverbiales parecen existir como tales. La tradición habla de dos tipos: propias e impropias. Las primeras se denominan así porque equivalen a adverbios (Lo presenté donde me dijiste>Lo presenté allí), mientras que las segundas no pueden hacerlo (Si sales pronto del trabajo, te recojo = ??Pronto, te recojo). Sin embargo, ni unas ni otras deberían denominarse ‘adverbiales’: unas porque, aunque introducidas por adverbios, estos son relativos, con lo que deberían incluirse dentro de las relativas sin antecedente expreso (Lo presenté {en el lugar en que/donde} me dijiste); otras porque, si bien están introducidas por un nexo o conjunción, no guardan relación con ningún otro tipo de adverbio o grupo adverbial que se comporte de manera similar.

Como consecuencia de todo lo anterior, ante la pregunta inicial de los alumnos «¿qué son los adverbios?», la profesora respondería que ni todos los adverbios son adverbios (por ejemplo, no), ni la categoría adverbio, al ser tan heterogénea, abarcaría todos los elementos que siempre se nos ha dicho que pertenecen a ese grupo. Por lo tanto, sería necesario volver a plantearse las propiedades de las palabras que lo conforman y, quizás, pensar en grupos nuevos e independientes que representen mejor la diferente naturaleza que poseen estos mal llamados adverbios.

 

Este artículo de Laura González López es uno de los contenidos del número 15 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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