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31 May 2019
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Un toque de atención sobre desviaciones normativas, cambios lingüísticos, expresiones de moda y nuestra capacidad de acogida de palabras procedentes de otras lenguas.

Mª Ángeles Sastre

Profesora de Lengua Española en la Universidad de Valladolid. Me llama la atención cómo habla la gente, cómo escribe, cómo dice sin decir, cómo maquilla lo que dice, cómo transgrede con el lenguaje, cómo nos dejamos engañar por los políticos. Leo la letra pequeña en la publicidad y los periódicos de pe a pa. Y encuentro de todo.

¿Tienen plural los nombres propios?

La pregunta, formulada de este modo, no deja de tener cierta malicia y puede poner en un aprieto al más pintado, gramáticos incluidos.

La respuesta es no y sí. Un problema al que hay que enfrentarse al estudiar el nombre propio es determinar si puede llevar o no morfema de plural. En el caso de que pueda llevarlo, el segundo problema es si se mantiene como nombre propio o si se recategoriza como nombre común. Un nombre propio como Ana, por ejemplo, aparece en plural como Anas y más que verlo como un caso de nombre propio en plural habría que hablar de un caso de recategorización de nombre propio en nombre común porque, en este caso, Anas hace referencia a un conjunto de mujeres que tienen en común llamarse de la misma forma. Por eso es oportuno sostener que los nombres propios, cuando designan entidades únicas, no tienen plural. 

Sin embargo, cuando los nombres propios se asimilan a los nombres comunes forman el plural de manera regular, como en el caso de que varios individuos compartan nombre. Adoptan, por tanto, las terminaciones en ‘s’ o en ‘es’ cuando son nombres de pila variables en cuanto al número. Diré, por ejemplo, que en mi departamento hay dos Cármenes y dos Rosas, que en mi familia hay dos Rafas, que en mi familia política hay varios Josés, que conozco a varias Teresas y que las Pilares celebran su santo el doce de octubre. Si el nombre de pila termina en zeta, el plural adopta la forma terminada en ‘ces’ (las Beatrices más queridas, tus primas las Paces).

Cuando el nombre de pila termina en ese, tienden a formar plural regular aquellos cuya sílaba tónica en singular es la última (los Andreses de mi pueblo, las Ineses de la familia), mientras que permanecen invariables el resto (todas las Nieves que conozco; dos Ángeles, madre e hija; dos tías Remedios; los Matías de mi clase; los Marcos de la zona; tres Lucas en tu vida).

Si el nombre propio es compuesto y se escribe en dos palabras, no hay normas fijas para la formación del plural, aunque los usos tienden a pluralizar solo el último elemento siempre que este admita plural (los Juan Pablos de la clase, dos José Antonios en la pandilla, varias Ana Patricias en la familia); en caso contrario, permanecen invariables (los Juan Lucas de la tele, las María Ángeles del colegio, las María Nieves del barrio).

En el caso de los apellidos, las alternancias son moneda común. Por ejemplo, se mantienen invariables los que terminan en zeta o en ese (los Fernández, los Pérez, los Sanz, los González, los Arranz, los Muñoz, los Solís, los Santos, los Torres, los Frutos). Tienden a mantenerse los que coinciden con nombres de pila, con adjetivos o con sustantivos con el fin de distinguir ambos usos y evitar confusiones: los Martín, los Alonso, los Hernando (para distinguir el apellido del nombre); los Redondo, los Izquierdo, los Delgado, los Bravo (para distinguir el apellido de un adjetivo); los Ejido, los Carnicero, los Sastre (para distinguir el apellido de un sustantivo). Claro está que en la lengua escrita nunca habrá coincidencia entre un apellido y un adjetivo o un sustantivo porque los apellidos se escriben con mayúscula inicial.

Suelen mantenerse invariables cuando designan a miembros de una misma familia (los García, los Mendoza), aunque tienden a pluralizar cuando se trata de dinastías o familias nobles (los Austrias, los Borbones; pero los Trastámara, los Tudor, los Habsburgo, los Borgia o los Alba). Además, los apellidos que terminan en vocal admiten con más naturalidad las marcas de plural que los que terminan en consonante, lo que no quiere decir que esto ocurra (los Garcías, los Zarzuelas, los Baezas, los Sernas, los Quintanas, los Truebas, los Noriegas, los Callejos).

Como habrán podido observar, los nombres de pila presentan una flexión de número fija, lo que quiere decir que el plural se marca de la misma manera que en las restantes palabras de la lengua. En cuanto a los apellidos, los usos son menos estables, aunque podría sostenerse cierta tendencia a permanecer invariables.