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22 Mar 2021
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Detrás de cada palabra hay un rastro lingüístico que puede delatarte

Sheila Queralt

Perito en lingüística forense. Con mis análisis científicos de la lengua contribuyo a cazar delincuentes.

Construcción del ‘yo’ después del maltrato

Muchas de las víctimas de violencia de género han visto afectada su identidad. La identidad se construye a través de la interacción con otras personas y la exposición de la víctima al agresor afecta en gran medida a la percepción que tiene de sí misma.

Por este motivo, su forma de expresarse se ve modificada y, en consecuencia, la forma en que se percibe y la perciben.

Las víctimas suelen perder su poder asertivo en el discurso, es decir, les cuesta expresar lo que realmente piensan o quieren de forma directa. Suelen, por ejemplo, utilizar expresiones del tipo «a lo mejor lo que digo es una tontería, pero…», «siento pedirte esto, pero…», «no sé si te parece bien que…». Los lingüistas podemos, junto con psicólogos forenses y trabajadores sociales, reforzar su imagen y mejorar su forma de expresarse realizando ejercicios de comunicación asertiva.

Por ejemplo, cuando quiera realizar una petición es recomendable que indique el nombre de la persona, exprese la petición de forma directa y clara, y exponga los motivos. Incluso puede solicitar la opinión del otro. Así, la víctima podría pasar de utilizar expresiones del tipo «Lo siento, te quería decir que si no era mucho pedir que esta vez me hicieras el favor y te encargaras tú de mandar el trabajo, sino no te preocupes que lo intentaré hacer yo» a «María, necesito que te encargues de mandar el trabajo. Tengo una reunión a esa hora y no tendré acceso a Internet. ¿Puedes hacerlo? Cuento contigo, gracias». Se observa claramente el cambio: en el primer ejemplo se proyecta una imagen de persona insegura a la que se le puede dar fácilmente una negativa, por el contrario, en la reformulación asertiva se proyecta la imagen de una persona segura a la que se le deberá justificar una negativa.

Con estos «pequeños» cambios en la forma de comunicarse, la víctima es capaz de reconocer esos atenuantes que degradan su identidad y es capaz de transmitir sus ideas con claridad y asertividad. En definitiva, es capaz de reconstruir su propia imagen, una imagen que había sido deteriorada y desdibujada por el agresor después de abusos verbales continuos.