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14 Jun 2021
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Detrás de cada palabra hay un rastro lingüístico que puede delatarte

Sheila Queralt

Perito en lingüística forense. Con mis análisis científicos de la lengua contribuyo a cazar delincuentes.

Donde dije digo, digo Diego

La semana pasada se hizo pública una sentencia de enero del Tribunal Militar Territorial de Sevilla en la que se condenaba a seis meses de cárcel a dos militares en formación por enviar en un grupo de WhatsApp de alumnos mensajes ofensivos y vejatorios contra una compañera que acababa de abandonar ese grupo de chat. En esos mensajes, además de insultar a la víctima, se indicaba, y cito en palabras textuales, «hay K violarla en plan manada».

Afortunadamente, un compañero avisó a la víctima al día siguiente y ella pudo denunciar estos actos. Además, una vez identificados los autores de los mensajes, admitieron ante un superior su autoría y mostraron su arrepentimiento tanto al superior en una conversación cara a cara como a la compañera a través de unos mensajes. 

Sin embargo, en el momento del juicio los dos acusados negaron ser los autores de los mensajes en el grupo de WhatsApp y alegaron que cualquiera podía haberlos escrito, ya que habían dejado sus móviles cargando. 

Gracias a las declaraciones del superior y de la víctima, así como a los mensajes de disculpas de uno de ellos, el Tribunal no dio credibilidad a la nueva versión exculpatoria y los condenó. La verdad es que, con mis años de experiencia, no me extraña que los escritores nieguen la autoría en el momento del juicio y, por eso, en muchos casos es una buena idea, a pesar de que se haya reconocido previamente, aportar un peritaje lingüístico de comparación forense de textos escritos para poder demostrar la autoría de los mensajes incriminatorios. 

Y otra cosa: si eres o has sido víctima de un delito, documenta todas las pruebas. Guarda, por ejemplo, todos los mensajes, descarga la conversación y haz capturas de pantalla. Además, por supuesto, no dudes en contactar con un informático forense para extraer y certificar la conversación de WhatsApp. Aquello de que a las palabras se las lleva el viento ya hace tiempo que no siempre es cierto.