PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

09 Mar 2020
Compartir

Detrás de cada palabra hay un rastro lingüístico que puede delatarte

Sheila Queralt

Perito en lingüística forense. Con mis análisis científicos de la lengua contribuyo a cazar delincuentes.

La lingüística forense, una disciplina (a veces) ‘top secret’

Hoy quiero hablarte de por qué tengo secretos (profesionales, digo) que no puedo revelar por mucho que quiera. Es un tema que no se trata mucho, pero que es de vital importancia: la confidencialidad. 

El ámbito científico en el que nos movemos los lingüistas forenses es un poco peculiar. Por un lado, se espera que publiques regularmente artículos científicos que contribuyan al progreso de la disciplina (como en cualquier otro campo) y, por otro, te debes a la confidencialidad hacia tus clientes. Cuidado: que uno no produzca artículos científicos referentes a casos reales constantemente no quiere decir que no participe en ninguno. A veces, simplemente, no se pueden divulgar. De hecho, los casos más interesantes o trascendentes en los que participamos jamás los podremos contar. (Aunque muchas veces nos morimos de las ganas). 

Además, todos los artículos científicos deben superar unos estándares (ojo, legítimos, yo no digo que no), orientados a garantizar la calidad de las producciones que aceptan las revistas especializadas. Esto hace que, a veces, las revistas decidan no publicar artículos sobre análisis lingüísticos interesantes que se han realizado en casos reales que sí se podrían divulgar. Por ejemplo, puede rechazarse un estudio porque en el análisis no se han aplicado técnicas estadísticas (incluso si no ha sido por falta de voluntad o conocimiento, sino porque no había material suficiente para realizar un análisis estadístico). Sin embargo, no puedo evitar aprovechar para soltar una idea: que un estudio no se base en pruebas estadísticas no hace que no sea científico. Ahí lo dejo para quien lo quiera (¡y qué a gusto me he quedado!).

Pero, volviendo a lo de la confidencialidad, ese secretismo obligado puede deberse a la tipología del caso, a que afecte a un personaje público o simplemente a que debemos respetar el secreto profesional para con nuestro cliente. El secreto profesional hace posible que el afectado acuda a nosotros con total confianza y esté seguro de que nada de lo que diga será divulgado. También pasa muchas veces que el perito no quiere que se divulgue su participación en un caso por cuestiones de seguridad.

Creo que es sumamente importante que se trabaje para que los peritos podamos garantizar nuestro anonimato. Por ejemplo, que se nos pueda asignar un número registrado en el colegio de peritos u otra entidad y que no tengamos que indicar en el dictamen nuestro nombre y apellidos, DNI y dirección profesional. Porque, al final, en un procedimiento siempre hay dos partes en conflicto y una de ellas puede resultar afectada negativamente en parte gracias a que (o por culpa de que) nosotros hagamos nuestro trabajo. Vamos, que si meten a alguien a la cárcel y cree que ha sido por mi culpa, puede querer venganza, y que tenga mis datos no me va a hacer mucha gracia. Por eso, mientras las regulaciones no cambien, pienso seguir llevando un espray pimienta homologado en el bolso y asistiendo a clases de bodycombat.