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24 Feb 2020
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Detrás de cada palabra hay un rastro lingüístico que puede delatarte

Sheila Queralt

Perito en lingüística forense. Con mis análisis científicos de la lengua contribuyo a cazar delincuentes.

Agresión grupal y manipulación lingüística, una pareja peligrosa

En todas las discusiones, ya sea en casa o en un juicio, cada parte intenta convencer a la otra de su manera de entender las cosas.

En Argentina, hace poco más de un mes, Fernando Báez Sosa, un joven de 18 años, falleció debido a los golpes que le propinaron un grupo de jugadores de rugby de entre 19 y 20 años. 

La semana pasada, a petición de un medio de comunicación, realicé una valoración preliminar de los mensajes de WhatsApp intercambiados por los agresores justo después de la agresión. En esa conversación de menos de 200 palabras uno de los jóvenes reportaba el estado de Fernando y, sorprendentemente, algunos de ellos hacían planes para ir a comer una hamburguesa a un conocido restaurante de comida rápida. 

El análisis lingüístico de la conversación reveló una relación muy próxima entre los agresores, lo cual se podría ver reflejado también en las futuras declaraciones o no, dependiendo de la estrategia procesal que lleven a cabo. A veces, se unen mediante el silencio tal y como uno de ellos pide en el chat de WhatsApp («chicos no se cuenta nada de esto a nadie»); otras, se culpan unos a otros. También se observó un claro distanciamiento con la víctima. Por ejemplo, en «estoy acá cerca donde esta el pibe y están todos ahí a los gritos, esta la policía, llamaron a la ambulancia…caducó», donde se utiliza la palabra pibe para referirse a la víctima y caducó para describir su fallecimiento. Ambos son términos despectivos y que rompen las normas de cortesía lingüística. Y todavía hay más. También se pudo desentrañar si realmente eran conscientes de que Fernando había muerto a causa de la paliza que le propinaron o si, por el contrario, ese desenlace les sorprendió. Los resultados del análisis indican que eran conscientes de su muerte, ya que no mostraron sorpresa alguna cuando se les informó de que había muerto. Es más, no hubo ningún comentario ni ninguna reacción al recibir la noticia. El hecho de que tuvieran conocimiento de las consecuencias de sus actos va a ser clave para los cargos y la futura sentencia de estos jóvenes. 

¿Cuál va a ser el testimonio de los jóvenes? ¿Qué estrategia van a adoptar? ¿Van a intentar colonizar el pensamiento de los agentes judiciales con argumentos que minimicen su comportamiento, su implicación en los hechos? Será muy interesante poder analizar sus declaraciones y sus actos (per)locutivos. Sería legítimo y esperable que usaran estrategias argumentativas para defender su posición, pero, si bordean el halo de lo ilícito y de la persuasión más oscura, ¿van a conseguir manipular a sus oyentes?

De hecho, ya se ha filtrado un audio de uno de los detenidos en el que se pueden observar algunas estrategias lingüísticas que podrían tener relevancia durante el juicio por su valor como potenciales atenuantes o agravantes, en caso de que sean condenados. En primer lugar, muestra cierto arrepentimiento, lo cual podría actuar como atenuante. El hablante repite frecuentemente, sin variación, una referencia a «la familia que destruimos». A nivel lingüístico, el hecho de que no cambie la forma en que expresa esta idea podría estar indicando cierta actitud de distanciamiento entre el hablante y su discurso, es decir, podría ser un indicador de falta de verosimilitud. Además, esta referencia podría resultar contradictoria con las que expresan otros enunciados, como «cuando sea el momento, voy a levantar la cabeza en alto»

Como agravante tendríamos la premeditación, en este caso el joven declaró «salimos a divertirnos y la vida nos jugó una mala pasada» con la intención de argumentar que la muerte de Fernando no fue premeditada si no que fue el resultado de un hecho fortuito y no esperado. Finalmente, también se puede entrever su argumentación para los cargos de alevosía y su grado de implicación a en los hechos, el joven expresa «me hago cargo porque estuve, pero cada uno sabe el rol que tomó en la pelea y debe hacerse cargo». Con esta declaración, el joven pretende dar a entender que él no le agredió y, por lo tanto, pone sobre la mesa el debate sobre su grado de autoría del asesinato. Habrá que estar pendientes de este caso para saber cómo se resuelve.