¿Cómo acompañar al menor en una entrevista forense?
Las entrevistas forenses a menores deben tener características lingüísticas distintas a los interrogatorios a adultos o incluso a las entrevistas médicas a los menores.
Las entrevistas forenses deben centrarse en la obtención de respuestas narrativas que permitan determinar si ha tenido lugar una agresión y, en caso de confirmarse, qué tipo de agresión ha sido. Hoy no me centro en los distintos modelos disponibles para realizar este tipo de entrevistas forenses, sino en cómo podemos acompañar al menor en su relato.
En primer lugar, el entrevistador debe formular preguntas abiertas que permitan aumentar la precisión de la declaración del niño y, por tanto, la validez de la entrevista. Por ejemplo, un buen comienzo sería «Cuéntame todo lo que recuerdas de ese día, aunque creas que no es importante». El uso de la fórmula gramatical cuéntame es clave para incentivar la narrativa.
También se suele recurrir a la repetición de preguntas similares para recopilar el mayor número de detalles, así como para evaluar la sistematicidad y consistencia de los hechos narrados. Pero, cuidado, no se debe repetir la pregunta de forma exacta.
Otro recurso para aclarar datos al alcance del entrevistador es el uso de expresiones clarificadoras como «¿Qué has dicho?» o «¿Dónde sucedió eso?», el uso de expresiones que permitan recuperar información como «Cuéntame eso de nuevo» o incluso, «¿Me lo puedes repetir?», «No te he oído bien, ¿qué es lo que has dicho exactamente?».
Estas herramientas lingüísticas permiten reforzar el vínculo pragmático entre el menor y el entrevistador, que siempre deberá mostrar un elevado grado de interés en la conversación. No hay que perder de vista que el objetivo de la entrevista forense es extraer conclusiones y esclarecer datos, respetando siempre el discurso libre y espontáneo de la persona entrevistada.