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20 Nov 2022
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Como los rieles del tren, de Pita Amor

Como los rieles del tren,
unidos y separados
pero siempre sentenciados
a llegar tarde al andén.

Como el constante vaivén
del tren por los encrespados
cerros grises levantados,
mi amor y el tuyo también

corren paralelamente,
corren fugitivamente,
corren juntos, divididos,

separados, pero unidos
corren hasta el mar quebrado,
mar sin olas, desolado.

De personalidad arrolladora, excéntrica y controvertida, la mexicana Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein, más conocida como Pita Amor (1916-2000), fue en su tiempo una figura estelar en su país, y no sólo de la vida literaria. Antes que escritora, fue actriz de cine y teatro y modelo de fotógrafos y pintores, entre estos Diego Rivera. Amiga entre otras muchas celebridades de Frida Kahlo, de Picasso, de María Félix, de Juan Rulfo, de Gabriela Mistral, de Alfonso Reyes -que la consideraba «un caso mitológico»-, se convirtió ella misma en una celebridad, probablemente tanto por su obra como por su vida. Llegó a ser llamada «la undécima musa», en un país en el que «la décima musa» es su admirada sor Juana Inés de la Cruz

Fue una de las pioneras de la liberación de la mujer, en una sociedad en la que era muy difícil serlo. “En aquel entonces, en México, que una mujer tan radiante, tan bella, tan brillante, tan genial, irrumpiera en la escena literaria, cultural, de la Ciudad de México, fue algo aplaudido por muchos y también cuestionado por otros porque dudaban que esta persona que parecía modelo o actriz, pudiera llegar a la casa, después de estar en el cabaret Leda, y sentarse a escribir Dios, invención admirable, o algo así”, cuenta su biógrafo y amigo Michael K. Schuessler. Hubo incluso quien corrió la especie de que ella no escribía sus versos, que serían obra de Alfonso Reyes o de Juan José Arreola. Ambos lo negaron repetidamente. 

Vivió intensamente; muchas veces, entre polémicas y escándalos. Otras, entre amarguras: su único hijo, al que había tenido con 41 años, murió un año después ahogado en una piscina, y ella desapareció de la vida pública durante una década.

Tenía un carácter fuerte, avasallador, insolente en ocasiones. Sus biógrafos cuentan que arreglaba alguna de sus disputas sacudiendo bastonazos al contrincante. Ella misma se retrató así en este famoso soneto, titulado Letanía de mis defectos: «Soy vanidosa, déspota, blasfema; / soberbia, altiva, ingrata, desdeñosa; / pero conservo aún la tez de rosa. / La lumbre del infierno a mí me quema. // Es de cristal cortado mi sistema. / Soy ególatra, fría, tumultuosa. / Me quiebro como frágil mariposa. / Yo misma he construido mi anatema. // Soy perversa, malvada, vengativa. / Es prestada mi sangre y fugitiva. / Mis pensamientos son muy taciturnos. // Mis sueños de pecado son nocturnos. / Soy histérica, loca, desquiciada; / pero a la eternidad ya sentenciada». Alguno de esos versos cargados de adjetivos recuerdan el «áspero, tierno, liberal, esquivo» y otros similares del famoso soneto de Lope de Vega 

Sus poemas hablan sobre todo de sí misma. De sí misma respecto a todo: la soledad, la vida, Dios. Versificaba fácil, facilísimo; a veces ripios incluidos. Otro soneto suyo dice así:  «A mí me ha dado en escribir sonetos / como a otros les da en hacer sonatas / lo mismo que si fueran corcholatas, / etiquetas, botones o boletos. // A mí me ha dado en descubrir secretos. / A mí me ha dado por volar veletas. / A mí me ha dado en recortar siluetas / y en medir bien la luz de los abetos. // A mí me ha dado en alumbrar la rosa / y medir el listón de la violeta, / la rosa que se vuela en mariposa, // la rosa desmayada tan secreta, / la rosa de la flor maravillosa, / y en quebrar el fulgor de la ruleta».

El poema que hoy os traigo es infrecuente en la forma: se trata de un sonetillo, un soneto que en vez de estar compuesto en versos endecasílabos o en alejandrinos está en octosílabos. Si en Jorge Manrique las vidas son los ríos que van a dar a la mar, en Pita Amor las de los enamorados son rieles que van paralelos, unidos y separados,… también camino al mar, a un mar ahora quebrado y desolado. Yo lo siento y lo digo así: