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13 Dic 2020
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Último brindis, de Nicanor Parra

Lo queramos o no
solo tenemos tres alternativas:
el ayer, el presente y el mañana.

Y ni siquiera tres
porque como dice el filósofo
el ayer es ayer
nos pertenece solo en el recuerdo:
a la rosa que ya se deshojó
no se le puede sacar otro pétalo.

Las cartas por jugar
son solamente dos:
el presente y el día de mañana.

Y ni siquiera dos,
porque es un hecho bien establecido
que el presente no existe
sino en la medida en que se hace pasado
y ya pasó…,
como la juventud.

En resumidas cuentas
sólo nos va quedando el mañana:
yo levanto mi copa
por ese día que no llega nunca,
pero que es lo único
de lo que realmente disponemos.

Moderno humanista, hombre de ciencias y también de letras, matemático y físico de renombre y al mismo tiempo intelectual y escritor de primerísima fila, el chileno Nicanor Parra (1914-2018) es uno de los grandes renovadores del lenguaje poético y de la poesía como género, y no solo en castellano. Su obra ha sido traducida a multitud de idiomas, y su innovación, la antipoesía, seguida y admirada por creadores de muy diferentes culturas. Muchos críticos literarios incluyen a Parra en el listado corto de los grande poetas de todos los tiempos en cualquier idioma.

El concepto de la antipoesía lo lanza Parra en uno de sus primeros poemarios, el segundo: Poemas y antipoemas, que publica en 1954.

¿Y qué es la antipoesía? Según los expertos, una poesía rupturista, una nueva forma de hacer poesía más directa, coloquial y hecha con el lenguaje de la calle que se opone a la imperante en su época, a mediados del siglo xx. El propio Parra habla de ella en sus versos. «Señoras y señores / Ésta es nuestra última palabra. / Nuestra primera y última palabra. / Los poetas bajaron del Olimpo. / Para nuestros mayores / la poesía fue un objeto de lujo / pero para nosotros / es un artículo de primera necesidad: / No podemos vivir sin poesía. / A diferencia de nuestros mayores / -y esto lo digo con todo respeto- / nosotros sostenemos / que el poeta no es un alquimista / el poeta es un hombre como todos / un albañil que construye su muro: / un constructor de puertas y ventanas», dice en Manifiesto, uno de su poemas más célebres. Y en otro de ellos, Test, se hace preguntas: «Qué es un antipoeta: / Un comerciante en urnas y ataúdes? / Un sacerdote que no cree en nada? / Un general que duda de sí mismo? / Un vagabundo que se ríe de todo / hasta de la vejez y de la muerte? / Un interlocutor de mal carácter? / Un bailarín al borde del abismo? / Un narciso que ama a todo el mundo? / Un bromista sangriento / deliberadamente miserable / un poeta que duerme en una silla? / Un alquimista de los tiempos modernos? / Un revolucionario de bolsillo? / Un pequeño burgués? / Un charlatán? / Un dios? / Un  inocente? / Un aldeano de Santiago de Chile? / Subraye la frase que considere correcta. (…)».

Seleccionar un solo poema de Nicanor Parra es harto complicado. Tiene docenas de ellos antológicos, magistrales. Quien tenga interés por su obra y aún no la conozca, busque Hay un día feliz («A recorrer me dediqué esta tarde / las solitarias calles de mi aldea / acompañado por el buen crepúsculo / que es el único amigo que me queda»…), o Es olvido («Juro que no recuerdo ni su nombre, / mas moriré llamándola María, / no por simple capricho de poeta: / por su aspecto de plaza de provincia»…) o Cronos («En Santiago de Chile / los días / son / interminablemente /
largos: / Varias eternidades en un día»…) o los citados Manifiesto y Test. O Defensa de Violeta Parra [la cantante, hermana suya], en la que recrea a un poeta español del Siglo de Oro, Esteban Manuel de Villegas («Dulce vecina de la verde selva / Huésped eterno del abril florido / Grande enemiga de la zarzamora / Violeta Parra»…)

Último brindis, el poema de hoy, se publicó por primera vez en Canciones rusas, un libro de Parra de 1967. Me recuerda de algún modo a uno de Rubén Darío que ya os traje aquí, Lo fatal, que es de unos 60 años antes. ¡Qué cambio en el lenguaje poético! El del chileno tiene algunos destellos deslumbrantes (esa rosa y ese pétalo de los versos octavo y noveno, ese «como la juventud» del décimo octavo, ese final de los dos últimos versos…), pero todo el poema, en su conjunto, es de una belleza y una sencillez tan emocionantes como eficaces. Te deja tan tocado como el del nicaragüense.

Yo lo siento así: