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20 Dic 2020
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

La muralla, de Nicolás Guillén

Para hacer esta muralla, 
tráiganme todas las manos: 
los negros, sus manos negras, 
los blancos, sus blancas manos. 
Una muralla que vaya 
desde la playa hasta el monte, 
desde el monte hasta la playa, 
allá sobre el horizonte. 

—¡Tun, tun! 
—¿Quién es? 
—Una rosa y un clavel… 
—¡Abre la muralla! 
—¡Tun, tun! 
—¿Quién es? 
—El sable del coronel… 
—¡Cierra la muralla! 
—¡Tun, tun! 
—¿Quién es? 
—La paloma y el laurel… 
—¡Abre la muralla! 
—¡Tun, tun! 
—¿Quién es? 
—El alacrán y el ciempiés… 
—¡Cierra la muralla! 

Al corazón del amigo, 
abre la muralla; 
al veneno y al puñal, 
cierra la muralla; 
al mirto y la yerbabuena, 
abre la muralla; 
al diente de la serpiente, 
cierra la muralla; 
al ruiseñor en la flor, 
abre la muralla… 

Alcemos una muralla 
juntando todas las manos; 
los negros, sus manos negras, 
los blancos, sus blancas manos. 
Una muralla que vaya 
desde la playa hasta el monte, 
desde el monte hasta la playa, 
allá sobre el horizonte…  

El cubano Nicolás Guillén (1902-1989) es el gran poeta del mestizaje, de la mezcla de culturas diversas que sienten y se expresan en español. En el caso de Guillén, periodista, activista político y poeta, desde el negrismo, un movimiento cultural y literario que hace ahora un siglo reivindicaba en varios países de las Antillas la idiosincrasia de la sociedad negra, luego llamada afroamericana, movimiento muy conectado a otros similares de Estados Unidos, especialmente en Harlem (Nueva York).

Conocido como el poeta del son, de la sonoridad, del ritmo, de la cadencia, muchos de sus versos fueron musicalizados. Al poema que traemos hoy le puso notas musicales el grupo chileno Quilapayún y le pusieron voz muchos intérpretes: desde la propia banda chilena de música folclórica a los cantantes españoles Ana Belén y Víctor Manuel.

Los suyos son poemas sencillos, directos, bellísimos en lo simple. En este, esa dicotomía que recorre todos los versos contraponiendo el bien (la rosa, el clavel, la paloma, el laurel, el corazón del amigo, el mirto y la yerbabuena, el ruiseñor en la flor…) y el mal (el sable del coronel, el alacrán y el ciempiés, el veneno y el puñal, el diente de la serpiente…), y esa apelación a la igualdad, también constante en su obra, entre los blancos y los negros.

Guillén se consagró con una obra publicada en 1931, Sóngoro cosongo, su primer gran legado de lo afrocubano. En 1937 viaja a España, en plena guerra civil, y se relaciona con Antonio Machado, Miguel Hernández, Pablo Neruda, Manuel Altolaguirre, Octavio Paz, César Vallejo, León Felipe, Rafael Alberti… los más destacados escritores que apoyaban a la República. Lo que vio y vivió en España le llevaron a militar en el Partido Comunista, y le dieron a su obra un tono de por vida aún más social.

Yo vivo y siento este bello poema así: