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Ana Bulnes

08 Sep 2022
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Lo que nos perdemos en VOS

Cuando estuve de Erasmus en Praga, una de las cosas que me encantaba hacer en esas raras ocasiones en las que me quedaba sola en mi piso compartido era ver la tele checa. Además de un canal de videoclips que me gustaba un montón, me divertía muchísimo encontrarme con series como Friends y ver a los personajes con voces distintas a las que estaba acostumbrada. Monica, Rachel y compañía ya no hablaban español, sino checo. Creo que tardé aún bastante en escuchar sus voces reales en inglés y que la primera vez también me chocaron. Casi tanto como cuando La niñera, a la que yo conocía como A nanny porque llevaba bastante emitiéndose en la TVG, empezó a aparecer en Antena 3. Acostumbrada a su voz en gallego, el doblaje español nunca acabó de convencerme.

En aquel momento, encontrar algo en versión original subtitulada era bastante complicado. Lo veíamos todo doblado porque era casi lo único a lo que teníamos acceso. Además, era a lo que estábamos acostumbrados. La VOS (Versión Original Subtitulada) habitaba cineclubs y cinetecas y el resto aceptábamos los doblajes como algo casi natural. A veces alguien comentaba que en Portugal no doblaban nunca nada y que por eso hablaban mejor inglés, pero no quedaba otra opción que encogerse de hombros. Hasta que, poco a poco, ambas versiones, la original y la doblada, se hicieron igualmente accesibles. Muchos nos fuimos de cabeza a descubrir esas voces originales y nos pasamos al club de los que no solo preferíamos una opción sobre la otra, sino que la considerábamos la única correcta o, por lo menos, claramente superior.

Los argumentos en contra del doblaje suelen basarse en la gran pérdida que supone no escuchar las voces originales de los actores y actrices. Además, se suele hablar de que la versión doblada no dice exactamente lo mismo que la original y de que, si estamos intentando aprender idiomas, ver películas y series dobladas es una oportunidad perdida. Todo esto es verdad, pero no es lo único: a no ser que no necesitemos subtítulos, también nos perdemos cosas en VOS.

Nos perdemos los matices de las expresiones faciales de esos intérpretes cuyas voces estamos escuchando tan bien y, en general, parte de ese todo que el equipo del producto audiovisual ha preparado con mimo. Incluso las personas más acostumbradas a leer subtítulos se dejan algo de la experiencia completa al tener que poner a sus ojos a hacer dos cosas distintas. Y, así como en un doblaje lo que dicen los actores no será nunca igual a lo que dice el original, los subtítulos hacen lo mismo por motivos de espacio y velocidad de lectura. Lo de aprender idiomas es cierto, pero no tiene sentido si es una lengua que no estás estudiando. Aquí el doblaje también puede jugar a nuestro favor: un ejercicio divertido es ver algo que en su versión original está en castellano doblado a esa lengua que estamos estudiando. En VOS también nos perdemos el trabajo de los actores y actrices de doblaje.

Recuerdo un día, hace unos años, en el que fui al cine con una amiga. Al salir, comentó que el doblaje le había parecido malísimo, que no entendía por qué hablaban así. Yo me reí y le dije que a lo mejor hacía mucho que no veía nada doblado, porque a mí no me había llamado la atención. «¡Era un doblaje normal!», le dije. Simplemente, había perdido la costumbre.

La facilidad con la que ahora accedemos a la versión original, a través de plataformas y cada vez más presente también en los cines comerciales, puede hacer que creamos que de verdad los doblajes no son tan necesarios. Sin embargo, esto no es así. Cuando se trata de doblajes buenos, son una opción tan lícita como unos subtítulos. La calidad de unos y de otros será lo que marque la experiencia final. En España hay una tradición de doblaje que se remonta a antes de la Guerra Civil (el primer estudio de doblaje abrió en 1933, pero ya había películas dobladas antes), por lo que la industria está muy profesionalizada y, como se comprueba al ver doblajes menos afortunados en otras lenguas, el resultado final suele ser bueno.

Hace ya tiempo que los profesionales de esta industria se quejan de varias cosas: por un lado, de la precarización y disminución de la calidad que ha provocado la llegada de las plataformas de streaming. Al querer tener los últimos episodios de la serie del momento justo cuando sale, el doblaje suele hacerse con prisas. Pero ocurre lo mismo con los subtítulos: en pleno bum de El juego del calamar el año pasado, se supo que Netflix había traducido los subtítulos de forma automática y luego añadido las correcciones de una traductora. El resultado fue discutible.

Los dobladores se enfrentan también al intrusismo laboral: es cada vez menos raro que se contrate a alguien para realizar un doblaje, especialmente en películas de animación, solo por su condición de famoso, en lugar de a un profesional del sector. Los subtítulos tampoco están libres de esto: no es que lleguen famosos a subtitular, sino personas que ni son traductoras ni saben de localización ni de las complejidades de un subtitulado óptimo.

Lo que no tiene la VOS es esa sensación de que todo el mundo está en su contra, que sí se tiene en la industria del doblaje. En vez de alegrarnos de que haya dos modos distintos de ver una película o serie en una lengua que no entendemos y que podamos elegir la que más nos guste, hay cierta tendencia a elevar una forma por encima de la otra. Como en cualquier traducción, se pierden cosas por el camino. Pero esto pasa en doblajes, subtítulos, traducciones literarias e interpretaciones simultáneas, con mayor o menor margen.

Recuerdo que en clases de checo vimos la película Kolya. Aunque la vimos en VOS, la profesora paraba de vez en cuando para explicar matices lingüísticos importantes. Como cuando el señor checo que acoge a Kolya, un niño ruso, se ofende un poco cuando este hace una referencia a las banderas. Kolya decía en ruso: «La nuestra es roja». Pero ese adjetivo, krásný, en checo significa ‘bonito’. El señor creía que el niño estaba dejando caer que la bandera checa no lo era. Tanto en la versión subtitulada como en la doblada la escena pasa sin pena ni gloria y no se entiende el malentendido. Quizá la situación óptima sea siempre tener a una profesora al lado que te explique lo que te has perdido, a modo de nota de la traductora audiovisual, aunque te corte la película. En su ausencia, tanto VOS como doblaje son dos buenas muletas sobre las que apoyarse. Y qué bien tener la opción de elegir la que nos guste más.

 

Este artículo de Ana Bulnes es uno de los contenidos del número 15 de la publicación trimestral impresa Archiletras / Revista de Lengua y Letras.
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