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Arsenio Escolar

15 Jul 2022
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Firmas

El lenguaje crea al hombre

La rueda, la palanca, la electricidad, la máquina de vapor… Preguntas a internet, ese inmenso almacén de todo conocimiento, cuáles son los grandes inventos de la humanidad y te salen estos. El dominio del fuego, la rueda, la palanca, la imprenta, el papel, el reloj, la máquina de vapor, la electricidad, la anestesia, la telegrafía sin hilos, las vacunas, la fisión nuclear, los ordenadores, la propia Internet…

Preguntas y preguntas y vuelves a preguntar sobre los grandes hitos civilizatorios, y nunca te sale el lenguaje, la lengua, las lenguas. Probablemente con razón. El lenguaje no es un invento del hombre. Es más bien al revés. El hombre es un invento del lenguaje. El lenguaje crea al hombre. Es el lenguaje, ese sistema de comunicación complejo y estructurado, lo que nos da la condición humana, lo que nos convierte en una especie elegida. Sin el lenguaje, el homo sapiens se hubiera quedado en homo con otro apellido más modesto que le hubiera colocado en un lugar irrelevante de la taxonomía de Linneo. Sin el lenguaje, tampoco existirían ninguno de esos grandes inventos de la humanidad que antes mencionaba.

¿Y cuándo nace el lenguaje humano? ¿Cuándo, dónde, cómo y, sobre todo por qué en los cerebros y en las gargantas de algunos homínidos se produjo esa revolucionaria transformación? ¿Fue en África -como muchos sostienen- hace unos 50.000 años? ¿O fue mucho antes y en varios lugares a la vez y por diversas causas, todas relacionadas con el instinto de supervivencia en un entorno extremadamente hostil? ¿La mente humana y la capacidad del lenguaje complejo son fruto de una evolución gradual, poco a poco, como sostenía Charles Darwin, o se produjo casi de golpe, en una fulguración, como apuntaba el otro padre del estudio de la evolución humana, Alfred Wallace?

El origen del lenguaje humano es uno de los grandes misterios aún por desvelar. En el número de la revista Archiletras de octubre del pasado año nos ocupamos de ello. Llevamos en portada al biólogo y paleontólogo Ignacio Martínez Mendizábal. Junto a la bióloga Mercedes Conde, con la que trabaja en la Universidad de Alcalá, se había preguntado si una especie de homo que se extinguió hace unos 40.000 años, la neandertal, había desarrollado ya un lenguaje complejo. Trabajaron con restos hallados en la Sima de los Huesos de Atapuerca y de cinco ejemplares de neandertales. «Se nos ocurrió la idea -nos contaba Ignacio Martínez- de estudiar la audición en vez de la vocalización. Tiene una ventaja inmediata: la mayor parte de las estructuras que necesitas para estudiar el oído fosilizan, porque son huesos. Por una cuestión de física, en función de las dimensiones de esas estructuras, de su volumen, de su masa, de sus longitudes, se produce un fenómeno de resonancia. El problema era técnico ¿Cómo estudias eso que está aquí dentro? Afortunadamente, hemos asistido al gran desarrollo de las ciencias radiológicas, sobre todo la tomografía computerizada. Hicimos cientos de tomografías capaces de decirle al ordenador qué píxeles corresponden a qué estructura, de manera que al final lo que obtenemos es una reconstrucción tridimensional exacta en el ordenador de las cavidades del oído».

Fin del entrecomillado. Llegaron a la conclusión de que los neandertales tenían un oído similar al nuestro. Es decir, que su morfología estaba adaptada para emitir y recibir sonidos cortos, rápidos, múltiples, en un ancho de banda mucho más amplio que el resto de los simios, ráfagas combinables que servirían para un lenguaje ágil y eficiente… Dicho de otro modo: que si los neandertales tenían el oído preparado para decodificar lenguaje complejo era porque también emitían lenguaje complejo. O sea, que muy probablemente hablaban.

La semana pasada, saltó en Burgos una noticia muy llamativa. Decía así: «Hallada en Atapuerca la cara del humano más antiguo de Europa». ¡Y tan antiguo! Es de un homínido que vivió hace entre 1,2 y 1,4 millones de años. Le mandé un mensaje a Ignacio Martínez Mendizábal, que como todos los veranos está allí, en las excavaciones de Atapuerca. Le pregunté «¿Tenía este homínido capacidad de lenguaje articulado?». Me contestó: «De momento hay poco hueso para saberlo, pero aún quedan dos semanas de excavaciones».

Bienvenidos al maravilloso, sorprendente, cautivador y sobre todo crucial, fundamental, mundo del lenguaje humano. Un mundo sin el que ninguno de los otros existirían, insisto.

Bienvenidos a los Premios Archiletras de la Lengua. Los hemos creado con la finalidad de reconocer, distinguir, celebrar y homenajear a personas, colectivos, entidades o instituciones que se hayan significado en el año de los Premios por sus méritos en la promoción, apoyo, investigación, desarrollo, etc., de la lengua española o de algunas de las otras lenguas en contacto con el español en cualquiera de sus ámbitos territoriales. Insisto en esto último. No son solo unos premios en torno al español, al castellano. También abarcan a otras lenguas en contacto con la nuestra, del catalán, el gallego o el eusquera al mixteco, el quechua o el guaraní.

No quiero acabar sin los agradecimientos.

Mi agradecimiento y el de todo el equipo de Archiletras a los miembros del jurado, del que hemos formado parte 13 personas. El listado completo lo encontraréis en el programa que os hemos entregado al llegar.

Mi agradecimiento así mismo a las 152 candidaturas presentadas. Y mis felicitaciones a los finalistas, que encontraréis también en el programa, y a los ganadores, que vamos a conocer en unos minutos. Y a los que no han conseguido ser ni finalistas ni ganadores, mi felicitación también por la calidad de sus propuestas y mi petición de que se presenten a la próxima edición de los premios.

Mi agradecimiento también a las empresas e instituciones que apoyan de modo permanente el proyecto Archiletras en su conjunto, desde hace ya cuatro años, y a las que nos han apoyado ahora para que los premios fueran posibles, para que esta ceremonia se celebre: Inditex, Banco Santander y Caixabank, como patrocinadores; Telefónica, Iberia, Clece, Grupo MásMóvil, Ateneo de Madrid y Cálamo & Cran como colaboradores; y a Renfe y a Casa de América.

Mi agradecimiento, en fin, a todos los que habéis venido aquí hoy a acompañarnos, en este caluroso día de julio.

Y mi agradecimiento muy especial y el de todo el equipo de Archiletras a los principales archiletreros: los lectores, los suscriptores. Algunos de vosotros estáis hoy aquí, otros muchos nos estáis viendo en línea. Gracias, de corazón.

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