Desde 1992 ya se puede anatemizar
¿Cómo expresaban los hispanohablantes cultos esa idea antes de 1992, sobre todo aquellos que presumen de ser respetuosos con lo que dice —en este caso lo que no dice— el Diccionario.
Y es que no fue hasta ese año cuando apareció por primera vez el verbo anatemizar en el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, con una indicación a su lado para que fuéramos a averiguar su significado en la entrada de anatematizar, que estaba recogida desde la primera edición de ese libro, en 1780, en aquel entonces con una única acepción (‘Imponer la anatema ó excomunión’), y en 1992 con otras dos más: ‘Imponer el anatema. 2. Maldecir a alguno o hacer imprecaciones contra él. 3. Fig. Reprobar o condenar por mala a una persona o cosa’.
O sea que hasta 1992 si a algún desavisado se le ocurría pronunciar y conjugar —y no digamos si lo escribía…— el verbo anatemizar, saltaban sobre su chepa los vigilantes del «buen uso» del español y de inmediato anatematizaban lo que acababa de decir.
Y pasados unos cuantos años —así es la inercia— seguía anatematizándose el uso de anatemizar en el Manual de español urgente (hasta la edición del 2008), por lo que, como coautor que fui de ese libro, debo entonar el mea culpa.