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16 Feb 2021
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Oído en mi taxi #4

En mi afán por captar la voz de la ciudad, estas últimas semanas he ido anotando frases de usuarios de mi taxi charlando entre ellos, o bien al teléfono, o hablando conmigo. Atentos:

Usuario de mi taxi al teléfono:

«Sí, voy de camino al laboratorio. Ya estoy cerca de hacerme el test de antílejos. Jaajaja. Lo siento, si no lo digo reviento».

Pareja de octogenarios:

—Eres como el del chiste aquel: Van dos y se cae el del medio. Pues eso.

—¿Y quién sería yo?

—El del medio. Bueno, la del medio en este caso.

—No lo entiendo.

—Claro, tú nunca entiendes nada, Angelines. A eso me refiero.

(Silencio)

….

Mujer sola, tras un largo silencio:

—Ayer se me rompió la caldera. Y usted dirá, “¿y a mí qué carajos me importa?” y tiene toda la razón. No le importa. Pero a mí sí.

Anciano:

«Me dolía la espalda y oiga usted, me dieron unas pastillas buenísimas. Si lo llego a saber habría ido antes al médico. Antes incluso de empezar con los dolores».

Pareja de veinteañeros:

—¿Hace un tiktok en el taxi?

—No sé poner morritos.

—Ya los pongo yo. Tú saca la lengua o mejor: muérdete el labio, mira, así.

—La gente feliz no hace tiktoks.

—La gente feliz jamás llegará a mis 13.000 followers. Venga, sonríe. A la de tres.

Hombre de unos 50:

«Hala, oootra rotonda. Panda de hijos de puta».

Hombre nada más subir en mi taxi:

«¿Pasamos directamente a la política o calentamos primero hablando del tiempo?».