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17 Nov 2022
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Miedo y amor

El miedo mueve el mundo, me dijo una mujer en mi taxi mientras cruzábamos un río Turia sin agua por un Puente de las Flores sin flores. Dicho lo cual, yo añadí: ¿Y por qué no el amor?

El miedo es más abstracto, quise decir. Se teme a futuribles, a circunstancias más o menos probables, etcétera. El amor, sin embargo, es concreto, personalizado y acontece en tiempo real. No queremos querer: queremos a secas. A la familia, al cónyuge, a los hijos, a la mascota, o incluso a un equipo de fútbol. Es un sentimiento irracional, aunque hay razón para sentirlo.

El principal miedo, tal vez, es la ausencia de amor y todo cuanto alrededor conlleva. Se teme a la muerte, a la pérdida, a la incertidumbre. Es realmente fácil temer a alguien, y dificilísimo amarlo o ser amado. De hecho, basta una sola frase o un pequeño gesto para invocar al miedo. En mi mismo taxi, por ejemplo. Con sólo decir «Vas a morir» (tres palabras) o «Voy a matarte» (tres palabras), la usuaria que ahora charla conmigo sobre el miedo, sin duda entraría en shock. O un frenazo brusco, o un giro inesperado, o un cambio de trayecto (dirigir el taxi hacia un descampado o un callejón y presionar el botón del bloqueo de puertas: ese simple «click» provocaría auténtico pánico en ella).

Luego está la reacción a ese miedo. Una reacción sin duda improvisada, instintiva. ¿Quedaría paralizada? ¿Gritaría? ¿Trataría de agredirme o de huir? En este sentido, con el amor sucede algo parecido: sus víctimas reaccionan de modos distintos: celos enfermizos, pérdida de apetito, insomnio, ansiedad, obsesión, o tal vez nada.

En cualquiera de los casos me llamó la atención su pulsión por hablar del miedo (y la mía por darle la vuelta a su argumento y apelar al amor). ¿Serán nuestras carencias o anhelos? ¿Será que el miedo es el motor de su existencia y el mío, sin embargo, es el amor? ¿Será que habla de ello para dominarlo o controlarlo, a modo de terapia improvisada?

—¿Puedo preguntar a qué le tiene miedo? ¿Su mayor temor?

—Sin duda, la Agencia Tributaria.

Ahí nos reímos los dos.

La risa.

No sabría decir en cuál de las dos opciones encajaría mejor. Ante un ataque de pánico, te puede dar por reír (risa floja, se llama). Y en lo tocante al amor, la risa suele ser tonta, risa tonta, sin motivo. En cualquiera de los casos, reír es de lejos la opción más inteligente. Reírse de todo para ganar distancia.