PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

09 Feb 2023
Compartir

Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

El difícil mecanismo de los labios

Llevo dos días sin la obligatoriedad de llevar mascarilla en mi taxi y me siento desnudo en el sentido más sexy de la palabra. Ahora vocalizo al máximo, juego con el movimiento de los labios, bailo con la boca.

Adiós timidez. Aunque ciertamente, cuando alguien sube en mi taxi, no puedo evitar sentir la vergüenza inicial de quien entra en una sauna con gente desconocida. Digo ¡Hola!, y el saludo suena inevitablemente erótico; exhibicionista incluso. La «A» de ese «Hola» es como el hombre que abre de repente su gabardina y enseña el sexo. Resulta raro, en todo caso; tardaré en acostumbrarme.

Y las charlas sin bozal son más directas. No hay filtros; se habla a bocajarro. La «P» es explosiva de verdad, y las «eses» sugieren un peligro salival que da un miedo inconsciente (y diría, también, que postraumático). Hemos vivido años con la boca tapada y destaparla de repente es un shock de consecuencias aún por predecir. Los besos, incluso, demuestran un mayor acto de fe en el otro que antes del covid: te beso porque confío en que no me pegues nada o digo más: no me importa porque te amo y/o deseo por encima de cualquier contagio.

¿Por qué cuando hablamos de labios pensamos en besos? ¿Cuál es el engranaje que asocia inevitablemente ambos conceptos? ¿Por qué unimos las bocas en lugar de, qué se yo, el envés de los codos o las nucas? ¿Por qué con lengua? ¿Qué dice o intenta decir una lengua en contacto con otra? ¿Por qué la unión de dos lenguas resulta asqueroso para un niño y sin embargo delicioso para un adulto? ¿Por qué chupar una mascarilla resulta asqueroso para un adulto y sin embargo divertido para un niño? ¿En qué momento exacto pasamos de un estado al otro? ¿Por qué cuando cambiamos de estado nos quedamos en él para siempre y no volvemos nunca al estado inicial?

Pienso en esto mientras cruzo con mi taxi el puente de Campanar. La mujer de mi espalda charla por teléfono y se mira las uñas. La observo atento a través del espejo. Qué extraños son los labios cuando se mueven rápido, estoy pensando. Qué sería de nosotros sin esa grieta. Pero de repente, choco contra el coche de delante e instintivamente freno en seco. Me bajo del taxi. Le he dado un beso a otro coche, estoy pensando. Obviamente sin consentimiento.