PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

14 Oct 2021
Compartir

Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Atracción

Parece que a veces te falta el aliento, como si el oxígeno estuviera incluido solamente en cuentas Premium, y respiras mal, a bocanadas, pero tiras de esa otra sonda pleural que es la palabra.

¡Que le jodan al pulmón!, estás pensando. Los plazos, el dentista, el recibo de la luz, gestiones con el certificado digital, la ITV del coche o el grifo del baño que gotea son la bota en el pecho presionando (en pascales) hasta oírse un chasquido final, ¡clack! Y entonces juegas a hacerte el fuerte y piensas: ¡Que te jodan, esternón!

Sin embargo, la palabra «tiento», la palabra «suavísimo», «truhan», «ducho» te ilumina el alma. Imaginas una historia a miles de kilómetro de ti y te reconforta. Unos autos de choque, una chica con sus cascos escuchando a Ed Sheeran mientras esquiva al chico que le gusta. Y el chico intentando chocar su auto con el auto de ella porque no se le ocurre mejor forma de llamar su atención. Ambos quieren quererse, pero con métodos opuestos: él chocando y ella esquivándole a él. No se tocan (ella maneja el auto mejor que él) y cuando suena la bocina que anuncia el final de la atracción (preciosa polisemia, por cierto) los dos se quedan solos, con sus autos parados, en el centro de la pista. No hay más monedas, pero ella y él se resisten a que acabe y ahí se quedan. Quietos. Ambos quieren, desean, unos autos de choque que funcionen para siempre, sin monedas, sin bocina, sin más chicos y chicas que ellos dos. Y salir de los límites de esa pista, y recorrer el mundo juntos en esos mismos autos de choque (uno es verde; el otro, azul), pero sin chocarse, porque ella siempre manejará el auto mejor que él. Ir a Sidney, ir a Camdem, recorrer la Borgoña, él detrás de ella y siempre a punto de chocarse, con el Perfect de Ed Sheeran de fondo. En bucle.

Últimamente me acuesto pensando en historias como esta, distintas cada día. Historias que nunca acaban antes de que me venza el sueño. Duermo bien, muy bien, sin pastillas. Porque sé que ese chico y esa chica (entre otros) no llegarán a chocarse nunca. Son mi oxígeno. Mi placebo clínicamente probado.