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16 Dic 2022
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Alternativas a la erre

Le digo al hombre del asiento trasero de mi taxi que, por el camino habitual, habrá bastante tráfico. Y que, si él quiere, si lo desea, podemos intentar atravesar el centro. Confío en usted, me dice.

Confiar en mí también implica confiar en mis errores. Error. Errar. Erre vibrante.

Nunca he sabido pronunciar la erre. Mi lengua no vibra sobre el paladar.

Ahora, según parece, hay logopedas para esto. Cuando eres niño y la lengua (por el motivo que sea) no vibra, tus padres te llevan al logopeda. Antes, cuando yo era niño, no existía esa opción. Había logopedas, pero no se acudía a ellos. De modo que nunca aprendí a pronunciar la erre. Pero lejos de ocasionarme ningún trauma, conseguí una habilidad especial para encontrar sinónimos carentes de erres vibrantes. Por ejemplo, siempre digo «chucho» o «animal» en vez de «perro». Digo Juan Carlos o Felipe en lugar de rey. Coger en lugar de agarrar, sapo en vez de rana. Y si no tengo amigos llamados Ramón o Rosa tal vez sea porque he procurado apartarme de nombres con erres vibrantes.

Mi vida, en fin, ha estado condicionada por esta peculiaridad. Tengo una rapidez mental tremenda para encontrar sinónimos sobre la marcha. Muchos sinónimos para cada palabra. Muchísimos. Tal vez por eso se me dé bien escribir. Porque he sorteado palabras toda la vida.