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02 Dic 2022
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

A ras de aquí

El cielo a ras de aquí ahora está frío y alguna gente tiembla, tirita, vibra pero sin voz, como tu móvil en un teatro. A ras de aquí aún nos queda mucho que decir, pero el orden de los factores altera el proceso de entendernos.

Tengo un taxi, no sé si lo he dicho. Ahora lo tengo en Valencia, antes lo tenía en Madrid. Aquí hay también Starbucks igual que en Roma, igual que en Vancouver. Quiero creer que la globalización no podrá con el Bar Manolo de la esquina, ni con mi taxi en Valencia, ni con la mercería de enfrente, pero a veces dudo fuerte (y tiemblo, tirito, vibro pero sin voz, como tu móvil en un teatro). Somos, en fin, carne de lo que él o ellos quieran, y podemos sucumbir o asumir y resignarnos, agachar la cabeza y tirar palante, o combatir no se sabe cómo ni cuándo ni dónde (el enemigo pulula por doquier; es incoloro, inodoro e insípido). O tal vez amarnos como sólo aman los funcionarios de prisiones, o aislarnos como sólo aíslan los forros polares, o pasar de todo como pasan los días: inexorables.

Recuerdo algo que me dijo un hombre muy mayor y muy sabio en mi taxi:

—Siga todo recto hasta el final y ahí me bajo.

¿Se refería a una calle en concreto o al sentido de la vida en general? ¿Buscaba acaso bajarse de la vida después de un recto camino? ¿Por qué me pagó de menos? ¿Por qué no le dije nada?