PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

23 Abr 2021
Compartir

Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

¡Lee!

Conozco pocas emociones comparables con el acto de abrir la primera página de un libro. Y leer la primera frase. Y a partir de la segunda, abandonarme.

Y perder la noción del tiempo y del espacio y de las cosas. Y encontrarme, por ejemplo, leyendo en una parada de taxis, con el libro apoyado en el volante de mi taxi, y que me interrumpa de repente un usuario a golpe de puerta y se me escape un ¡joder! (perdón) y sólo piense en hacer ese trayecto lo más rápido y directo posible para volver cuanto antes a la lectura. Al libro. A «mi» libro. Porque, una vez dentro, el libro ya no pertenece a su autor: lo haces propio. Te imaginas íntimamente cada personaje, cada escena, o el timbre exacto de la voz, de las voces en los diálogos. Y eso es tuyo y sólo tuyo.

Recuerdo cuando era estudiante y usuario habitual de la línea circular del metro, que me metía tanto en las lecturas que a menudo me pasaba de parada y, en lugar de bajarme y recular, seguía sentado en el mismo vagón para dar toda la vuelta hasta llegar otra vez a mi destino. Aunque, ahora que lo pienso, mi destino real era ese libro y no la estación del instituto: perdía esa clase, y las clases siguientes, y por culpa de esto siempre fui un pésimo estudiante. Yo sólo quería leer y escribir y escuchar canciones y conocer chicas. El resto de las cosas me traían sin cuidado.

(Hoy sigo un poco igual, para qué engañarnos).

A lo largo de mi vida me han marcado muchos libros, muchos. Y muchas chicas, también. Pero sobre todo los libros. Henry Miller, Burroughs, Fante, Millás, Javier Marías, Paul Auster, Bret Easton Ellis, John Irving. Todos me han dejado perplejo de un modo u otro. ¿En serio la vida da para TANTO?, pensaba. ¿De veras podemos albergar tantos mundos a través de ese extraño flujo de conexiones entre el córtex frontal, parietal y occipital?  ¿Cómo es posible emocionarte y que se te erice la piel mediante la suma de signos que conforman las palabras? Yo quiero eso. Quiero seguir disfrutando de eso y también, por qué no, intentar provocarlo también: ¡Escribe!, ¡lee!

Feliz día del libro.