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16 Abr 2021
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Oído en mi taxi #5

En mi afán por captar la voz de la ciudad, estas últimas semanas he ido anotando frases de usuarios de mi taxi charlando entre ellos, o bien al teléfono, o hablando conmigo. Atentos:

«Es idiota, sí. Con tilde en todas las vocales».

«La desinformación a veces me desespera y a veces no».

«Valorando los pros y los contras… ¿se dice “pros” o “proes”? Porque “pro” es singular, está claro. Por ejemplo, “provida”. Aunque el plural de “provida” es “providas”, no “proesvida”, menuda absurdez. ¿De qué estábamos hablando?»

«Fíjese: de niño alzaba la mano para pedir la palabra, y ahora alzo la mano para pedir un taxi. Palabras y taxis. El caso es pedir».

«Tengo un hijo y una hija, pero en secreto le diré que siempre quise tener un BMW serie 5 con asientos calefactables. ¿Fracasé en la vida?: En secreto un poco, sí. Pero no lo sabe nadie, ni siquiera mi mujer. Sólo usted y el capellán de mi pueblo».

«Me pusieron la vacuna esa, la astracínica».

«Estoy buscando ofertas de trabajo y en ninguna aparece la palabra “reciprocidad”».

«Tremendo hostión acaba de darse el chico ese de la bici (contra un coche aparcado en doble fila). Fíjese: llevaba un vaso del Starbucks en una mano y el móvil en la otra agarrando también el manillar. Lo siguiente será inventar un tercer brazo robótico para dar abasto, madre de dios… ¿Y ha visto cual fue su reacción al caer?: sujetar el vaso. No ha derramado ni una sola gota, el crack».