Oído en mi taxi #4
En mi afán por captar la voz de la ciudad, estas últimas semanas he ido anotando frases de usuarios de mi taxi charlando entre ellos, o bien al teléfono, o hablando conmigo. Atentos:
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Usuario de mi taxi al teléfono:
«Sí, voy de camino al laboratorio. Ya estoy cerca de hacerme el test de antílejos. Jaajaja. Lo siento, si no lo digo reviento».
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Pareja de octogenarios:
—Eres como el del chiste aquel: Van dos y se cae el del medio. Pues eso.
—¿Y quién sería yo?
—El del medio. Bueno, la del medio en este caso.
—No lo entiendo.
—Claro, tú nunca entiendes nada, Angelines. A eso me refiero.
(Silencio)
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Mujer sola, tras un largo silencio:
—Ayer se me rompió la caldera. Y usted dirá, “¿y a mí qué carajos me importa?” y tiene toda la razón. No le importa. Pero a mí sí.
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Anciano:
«Me dolía la espalda y oiga usted, me dieron unas pastillas buenísimas. Si lo llego a saber habría ido antes al médico. Antes incluso de empezar con los dolores».
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Pareja de veinteañeros:
—¿Hace un tiktok en el taxi?
—No sé poner morritos.
—Ya los pongo yo. Tú saca la lengua o mejor: muérdete el labio, mira, así.
—La gente feliz no hace tiktoks.
—La gente feliz jamás llegará a mis 13.000 followers. Venga, sonríe. A la de tres.
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Hombre de unos 50:
«Hala, oootra rotonda. Panda de hijos de puta».
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Hombre nada más subir en mi taxi:
«¿Pasamos directamente a la política o calentamos primero hablando del tiempo?».