PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

12 Ene 2021
Compartir

Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Martes en blanco

Pasión es escribir estas líneas dentro de mi taxi, con los dedos congelados (el termómetro exterior marca -12 grados), placas de hielo y montículos de nieve por doquier y la rama de un árbol, justo encima del taxi, que amenaza con desprenderse.

Reconozco harto difícil adentrarme más allá de mis costillas y nadar entre ficciones a pesar de la dura realidad que me rodea. En estos momentos varios frentes amarran mis pies al suelo: el área sanitaria donde vivo está confinada hasta nuevo aviso por su alta incidencia de contagios por Covid-19. Mi hija tendrá una semana más de vacaciones y no por culpa de la pandemia, sino debido al temporal de frío y nieve que lleva días asolando la ciudad. Ayer me jodí una muñeca quitando nieve a palazos (resbalé a más de dos metros de altura) y he preferido no acudir a Urgencias porque, me consta, ya está colapsada. Y añado: desde hace tres días no es recomendable conducir por Madrid, pero reconozco que he salido con la única intención de escribir este post lejos de casa.

De camino a mi actual ubicación me detuvo un hombre mayor con dificultades de movilidad, y me pidió que le llevara al hospital. En el trayecto me contó su vida alternando constantes «¡cuidado ahí!» mientras yo intentaba sortear placas de hielo. Una vida gris y horrible narrada al tiempo que atravesábamos paisajes inhóspitos y desoladores.

Quise vincular aquella escena con tendencias literarias y apenas me vinieron a la mente escritores del realismo sucio americano de mediados del pasado siglo. Me pregunté, me pregunto, si algún día viviremos un nuevo brote de esa mala baba existencial, aunque lo dudo. Hoy el cinismo snob también se ha adueñado de las letras. Hoy los escritores de referencia llevan vidas cuquis vinculadas a Instagram: sonrisas, orden, colores pastel y miradas limpias. Sólo buscan aparentar éxito desde un punto de vista monetario. Los escritores ahora son guapos y anuncian cremas hidratantes. Tienen unas casas que te cagas y son el fiel ejemplo de superación traducida en ventas: auténticos faros de masas; guías espirituales para aspirantes a «vivir de tus sueños». Pero leo sus libros y, aunque reconozco que entretienen (del mismo modo que entretiene montar un Lego), huelen a plástico; a producción en cadena. No hay ni un ápice de verdad en lo que cuentan.

Yo estoy a media invasión alienígena de romper con todo y abrirme literariamente en canal. Lo noto cerca; echándome su hedor en el pescuezo. Me siento igual que en la peli Un día de furia, pero armado con un boli y papel infinito: en el filo de un abismo ciertamente prometedor. De hecho, ansío con ganas a que llegue el momento, y rompa con todos y con todo, y arda mi Troya interior. Sólo necesito tocar fondo. Y un par de botellas de Jack Daniel´s que lubriquen el vacío.

Me vuelvo a casa.