PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

19 Mar 2020
Compartir

Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Diario de un escritor en cuarentena (Día 4)

Parece que esto marcha. La idea de escribir una novela protagonizada por un taxista me está permitiendo salir a la calle sin moverme de casa.

Procuro ceñirme a la trama, pero no es fácil. Tal vez represente la mayor dificultad hasta el momento. Resulta demasiado tentador dejarme llevar por el devenir de la imaginación (que a menudo es la voz del deseo) y echarle un pulso al coco sólo por ver hasta dónde me lleva, pero hacerlo no sería responsable por mi parte. Quiero decir que toda novela que se precie ha de tener su punto exacto de cordura, aunque sólo sea para evitar que los cimientos que la sustentan se vengan irreversiblemente abajo. De hecho, es un error que reconozco haber cometido demasiadas veces. Dejarte llevar por el instinto hace que disfrutes plenamente del momento, pero el resultado final no sirve. Es más, ni siquiera hay un resultado final: la trama no parece tener fin; se te desboca. Tengo centenares de páginas escritas de forma instintiva, casi automática, sin red, y recuerdo haber gozado plenamente al escribirlas, pero en perspectiva soy consciente de que no son publicables. Y ahí están, en un cajón. Y me temo que lo estarán por siempre.

Es un dilema que nunca dejaré de plantearme. ¿Para quién escribo? ¿Escribo solamente para mí, solamente para ti o una mezcla de ambas? Depende, supongo. Cuando escribes has de disfrutar del proceso, porque en caso contrario, el lector lo nota. Estoy harto de leer novelas sin garra, quiero decir. A lo largo de los años me he topado con buen puñado de tipos y tipas que han sido capaces de escribir un buen puñado de novelas sin ser escritores. Amazon, por poner un ejemplo, está lleno de ellos (no creo necesario daros nombres). Basta leer la primera página para saber si sus palabras rezuman alma o si transmiten la misma pasión que un formulario de la Agencia Tributaria.

El alma, por supuesto, es uno de mis principales objetivos. Conviene ser pretencioso y «creerte escritor» durante el proceso de escritura y humilde ante la crítica que venga después. Escucharte sólo a ti mientras escribes y escuchar al lector cuando te haya leído. Por el momento, toca escucharme. Y disfrutar. Y no fliparme demasiado. Veremos.

(9.200 palabras en 4 días. Seguiremos informando).

Entradas anteriores: Diario de un escritor en cuarentena (Día 1)