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24 Sep 2019
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Un toque de atención sobre desviaciones normativas, cambios lingüísticos, expresiones de moda y nuestra capacidad de acogida de palabras procedentes de otras lenguas.

Mª Ángeles Sastre

Profesora de Lengua Española en la Universidad de Valladolid. Me llama la atención cómo habla la gente, cómo escribe, cómo dice sin decir, cómo maquilla lo que dice, cómo transgrede con el lenguaje, cómo nos dejamos engañar por los políticos. Leo la letra pequeña en la publicidad y los periódicos de pe a pa. Y encuentro de todo.

La gallina cacarea y el perro ladra. ¿Y los otros animales?

Todos sabemos que la gallina cacarea y que el perro ladra, pero ¿qué hacen la vaca, el zorro, el cabrito, el elefante o la cigüeña, por poner solo algunos ejemplos? Hoy me ocuparé de los nombres de las voces de los animales.

Un primer problema es que no resulta fácil deducir el nombre de la voz de un animal a partir del nombre del propio animal. Nada tienen en común los términos cigüeña (nombre del animal) y crotorar (producir la cigüeña cierto sonido peculiar haciendo chocar la parte superior del pico con la inferior). En los diccionarios tampoco se establece ninguna relación a partir del nombre del animal: bajo la entrada cigüeña no hay ninguna llamada de atención al nombre de la voz del animal. Sí suele producirse, en cambio, la relación inversa, a partir del nombre de la voz del animal (por ejemplo, bajo la entrada crotorar aparece explícitamente el término cigüeña).

Por otro lado, a veces no existe el sustantivo correspondiente o los diccionarios no lo registran. Decimos que la cigüeña crotora, sí, pero ¿qué sustantivo empleamos para referirnos al sonido? *¿Crotoro?, *¿crotoración? ¿Podemos decir que nos nos ha dejado dormir el crotoro (o la crotoración) de la cigüeña? Nadie lo diría porque no existen estos sustantivos.

Es decir, que no siempre existe la relación ‘perfecta’ entre nombre de animal, verbo y sustantivo (que sería propiamente el sonido del animal). Acabamos de comprobarlo con cigüeña, pero sí existe con perro: el perro ladra (verbo ladrar), el ladrido (sustantivo).

Otro problema añadido es que a veces la palabra o expresión que más se utiliza no coincide necesariamente con la que presentan los diccionarios. En el caso que me sirve como ejemplo, no todo el mundo conoce la palabra crotorar y sí machacar el ajo.

Y un problema más: del ciervo se dice que bala, que balita, que balitea, que berrea, que brama, que grajea, que grazna, que gazna, que rebrama, que ronca y que urajea. ¿Significan todos estos términos lo mismo? Claro que no. La voz característica del ciervo es el balido; balita o balitea cuando bala con frecuencia (en este caso los términos son equivalentes); en época de celo berrea o brama (ahora es la época y lo hace atronadoramente); cuando brama muy fuertemente se dice que rebrama, pero también rebrama para responder al bramido o al reclamo de otro ciervo; cuando emite sonidos guturales desiguales grajea, grazna o gazna; ronca para llamar a la hembra cuando está en celo, dando el grito que le es natural; y urajea cuando chilla.

Del perro podemos decir que aúlla (cuando emite una voz lastimera y prolongada), que gañe (cuando aúlla con gritos agudos y repetidos al ser maltratado), que gruñe (cuando amenaza), que ladra (cuando emite su voz característica), que late (equivalente a ‘ladrar’, pero menos frecuente), que regaña (cuando muestra saña, sin ladrar y mostrando los dientes) y que ulula (cuando da gritos o aullidos continuados).

Del toro diremos que aturnea (cuando muge), que berrea (cuando da berridos), que brama o que muge (cuando emite su voz característica, el bramido o el mugido), que bufa (cuando resopla con furor) y que rebufa (cuando bufa repetidamente o con fuerza).

De los otros animales podemos decir que la abeja zumba; que el águila gañe y grazna; que el asno ornea, rebuzna y rozna; que el becerro berrea; que el buey y el búfalo mugen; que el búho ulula; que el caballo bufa, rebufa y relincha; que la cabra bala, balita y balitea; que el cabrito chozpa; que el camello bala; que el cerdo gruñe y guarrea; que la chicharra o la cigarra canta, chirrea y chirría; que el cochinillo guañe; que el conejo chilla; que el cordero bala, balita, balitea y chozpa; que el cuervo crascita, croaja, crocita, croscita, grajea, grazna, gazna, urajea y vozna; que el elefante barrita y berrea; que la gallina clueca cloca y cloquea; que el gallo cacarea y canta; que el ganso grajea, grazna, gazna, urajea y vozna; que el gato bufa, fufa, marramiza, maúlla, maya, miaña, mía y ronronea; que la golondrina trisa, canta y chirría; que el grillo canta, chirrea, chirría y grilla; que el jabalí arrúa, gruñe, guarrea y rebudia; que la lechuza grazna; que el león ruge; que el lobo aúlla, guarrea, otila, ulula, carretea y garre; que el oso gruñe; que la paloma arrulla, cantalea y zurea; que la perdiz ajea, cuchichia, glutea, serra y totea; y que el ruiseñor, como Twitter (y como yo a veces) trina.