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03 Abr 2019
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Un toque de atención sobre desviaciones normativas, cambios lingüísticos, expresiones de moda y nuestra capacidad de acogida de palabras procedentes de otras lenguas.

Mª Ángeles Sastre

Profesora de Lengua Española en la Universidad de Valladolid. Me llama la atención cómo habla la gente, cómo escribe, cómo dice sin decir, cómo maquilla lo que dice, cómo transgrede con el lenguaje, cómo nos dejamos engañar por los políticos. Leo la letra pequeña en la publicidad y los periódicos de pe a pa. Y encuentro de todo.

Un tipo de leísmo cortés

Vivo en una zona en la que los usos de los pronombres personales átonos de tercera persona (lo, la, los, las, le, les) no coinciden con el uso normativo o canónico, que tiene en cuenta un sistema basado en el origen etimológico de estas formas pronominales.

El sistema etimológico distingue entre género, número y función sintáctica (complemento directo y complemento indirecto): las formas pronominales de tercera persona que ejercen la función de complemento directo son lo, la, los, las; y las que funcionan como complemento indirecto son le, les. 

Por lo tanto, el uso canónico de estas formas pronominales átonas establece que en la función de objeto directo ha de emplearse lo y los para los referentes masculinos y la y las para los referentes femeninos. Pero en el uso no siempre se mantiene esta distinción. En áreas geográficas del centro peninsular y en zonas de la América hispanohablante, muchos hablantes emplean la/las para el femenino (que son las formas etimológicas solo para la función de objeto directo) y le/les para el masculino (que son las formas etimológicas solo para la función de objeto indirecto), sin tener en cuenta la función sintáctica que estas formas desempeñan en la oración. Estas desviaciones reciben el nombre de leísmo y de laísmo.

La RAE admite el leísmo de persona cuando el referente es masculino singular «debido a su extensión entre hablantes cultos y escritores de prestigio», según puede leerse en el Diccionario panhispánico de dudas, pero no el leísmo de persona cuando el referente es masculino plural, con el argumento de que «no está tan extendido como cuando el referente es singular, por lo que se desaconseja en el habla culta». No deja de ser curioso el argumento de la institución académica porque no hay estudios cuantitativos ni de frecuencia sobre qué es más frecuente, si le o les referido a personas cuando debería decirse (o escribirse) lo o los.

También resulta sorprendente la consideración que recibe el denominado ‘leísmo de cortesía’, que no es más que el uso de le o les cuando el referente, tanto masculino como femenino (ojo a este último dato), es un interlocutor a quien se trata de usted. Son casos del tipo Le saluda atentamente, Les recibiré lo antes posible o Me gustaría acompañarles en el viaje.

Este tipo de leísmo está bastante generalizado en el mundo hispánico porque, como es sabido, la forma ustedes (frente a vosotros) es la forma de tratamiento general en zonas de Andalucía, en Canarias y en Hispanoamérica para la segunda persona de plural. No se considera incorrecto y se justifica «por el deseo de evitar la ambigüedad de sentido que acarrearía el uso de los pronombres de acusativo lo(s), la(s), ya que estos podrían referirse tanto a un interlocutor presente como a una tercera persona no partícipe en la conversación». Por ejemplo, permite distinguir los referentes de Tengo que decirles que casi nunca <les> he visto cansados y de Tengo que decirles que casi nunca <los> he visto cansados: en el primer caso (donde hay un leísmo de cortesía —les he visto—) hay que entender que el referente es ustedes, mientras que en el segundo habría que entender que el referente es ellos.

Así que tengan cuidado porque ejemplos como Me gustaría acompañarles en el viaje o Nunca les he oído cantar pueden ser correctos o incorrectos: son correctos si el referente es ustedes, sean varones, mujeres o un grupo mixto formado por hombres y mujeres; e incorrectos si el referente es ellos. En este último caso habría que decir Me gustaría acompañarlos en el viaje y Nunca los he oído cantar.