PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

04 Ene 2019
Compartir

Un toque de atención sobre desviaciones normativas, cambios lingüísticos, expresiones de moda y nuestra capacidad de acogida de palabras procedentes de otras lenguas.

Mª Ángeles Sastre

Profesora de Lengua Española en la Universidad de Valladolid. Me llama la atención cómo habla la gente, cómo escribe, cómo dice sin decir, cómo maquilla lo que dice, cómo transgrede con el lenguaje, cómo nos dejamos engañar por los políticos. Leo la letra pequeña en la publicidad y los periódicos de pe a pa. Y encuentro de todo.

¡Qué bebé más mono!, dicho de una niña

Una entrada reciente de la Fundéu (del 27 de diciembre de 2018) lleva por título «la bebé, femenino válido».

La afirmación «la palabra bebé puede ser femenina (la bebé, una bebé) cuando se alude a una niña» me deja descolocada. Vaya por delante que no alimenta mi descoloque ninguna reticencia hacia la reclasificación de los nombres que designan personas (en este caso de epiceno a común) sino que justifique su afirmación tomando como base el Diccionario panhispánico de dudas, de la RAE.

Hagamos un poco de historia: el Diccionario panhispánico de dudas se publicó en 2005. Por entonces las obras académicas vigentes eran: Ortografía de la lengua española (1999), Gramática de la lengua española (1931), Esbozo para una nueva gramática de la lengua española (1973) y Diccionario de la lengua española, 22.ª edición (2001).

Podemos consultar en línea el Diccionario panhispánico de dudas en la página web institucional de la RAE, pero se advierte al usuario de que el contenido es el de la primera edición impresa y que este está en proceso de adaptación a las nuevas obras académicas: Nueva gramática de la lengua española (2009), Ortografía de la lengua española (2010) y Diccionario de la lengua española, 23.ª edición (2014). 

La palabra bebé aparece por primera vez en un repertorio académico en el Diccionario manual e ilustrado de la lengua española, de 1927, como palabra masculina y etiquetada como galicismo. Idéntica información aparece en la segunda edición de este diccionario (1950):

Diccionario manual e ilustrado de la lengua española (1927), s/v bebé

En la 19.ª edición (1970) del Diccionario de la lengua española la registra también como palabra masculina y con un equivalente como definición: «nene». Así de escueto es el artículo lexicográfico en el Diccionario manual e ilustrado de la lengua española (3.ª ed. revisada, 1983), en la 20.ª edición (1984) del Diccionario de la lengua española y en el Diccionario manual e ilustrado de la lengua española (4.ª ed. revisada, 1989). En la 21.ª edición (1992) del Diccionario de la lengua española mantiene el género masculino e incluye la definición «niño de pecho», que se mantiene en la 22.ª edición (2001). Se produce un cambio en la definición en la edición actual, la 23.ª (2014): «niño o niña recién nacido o de muy corta edad».

No sé cómo va el proceso de adaptación del Diccionario panhispánico de dudas a las nuevas obras académicas ni qué tratamiento le darán a la palabra bebé. El hecho de que en la última edición del diccionario académico se hayan producido cambios en la definición sugiere que el término ha sido objeto de discusión y que, en consecuencia, el resultado será tenido en cuenta en la próxima edición del Diccionario panhispánico de dudas. Pero puede que en mi argumentación tenga demasiado peso mi deseo de que la palabra bebé siga clasificada como nombre epiceno, al igual que persona, víctima, criatura, ídolo, visita, vástago o ser humano, capaces de designar personas de uno u otro sexo independientemente del género de la palabra.

Como variante geográfica hay que tratar los casos de bebe/beba y de bebo/beba, con variación formal y cambio acentual, propios de amplias zonas hispanoamericanas. Y, claro, no soy tan ingenua como para no pensar en la tendencia de los hablantes nativos a usar los nombres epicenos como variables o como comunes en cuanto al género para destacar el sexo del referente, como en los ejemplos la ídolo de las adolescentes, mi ídola o qué bebé más mona.