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22 Jun 2020
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Detrás de cada palabra hay un rastro lingüístico que puede delatarte

Sheila Queralt

Perito en lingüística forense. Con mis análisis científicos de la lengua contribuyo a cazar delincuentes.

Lapsus, cuando el subconsciente te delata

¿Te ha pasado alguna vez que querías decir una cosa pero has dicho otra? A nuestros políticos les ha pasado más de una vez.

Seguro que te sonará el uso de saquear en lugar de sacar de María Dolores de Cospedal (que no se le ha escapado una única vez, sino dos veces a lo largo de los años), aquel «Es incompatible estar en política y ser honrado» de Ana Pastor, el «Lo que nosotros hemos hecho, cosa que no hizo usted, es engañar a la gente» de Rajoy o el «Este país necesita un gobierno estable y ese gobierno, hoy por hoy, solo puede estar presidido por Felipe Gonzá-, por Pedro Sánchez» de Guillermo Fernández Vara.

A este tipo de confusiones les llamamos lapsus linguae y, a una lingüista forense como yo, le encantan, porque pueden revelar que, mientras el sospechoso quería dar una versión ficticia de los hechos, su subconsciente le ha traicionado y ha hecho que se le escapara la verdad por la boca. Este tipo de cortocircuitos son bastante frecuentes en los interrogatorios en comisaría o en los juicios, ya que en ambos el acusado tiene una carga cognitiva altísima y los nervios a flor de piel. 

Por ejemplo, en la Operación Nemo, en la que se interrogó a Ana Júlia por el asesinato del pequeño Gabriel, la acusada tuvo varios lapsus durante el juicio, como muestran los vídeos. En uno de estos momentos, reproduce las palabras que supuestamente le dijo el niño: «que yo no quiero que estés con mi madre» y rápidamente se autocorrige y dice: «con mi padre».

Otro de los lapsus lo tuvo al hablar sobre quién sostenía el hacha. En la primera formulación, Ana Júlia dice que le dijo a Gabriel: «Gabriel, quit-», pero, antes de terminar la palabra, reformula y dice: «dame el hacha que te vas a hacer daño, que te puedes hacer daño»

Como dijo Antonio Hurtado, «un lapsus es un lapsus», pero cuidado, ya sabes que por la boca muere el malo.