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06 Jul 2020
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Detrás de cada palabra hay un rastro lingüístico que puede delatarte

Sheila Queralt

Perito en lingüística forense. Con mis análisis científicos de la lengua contribuyo a cazar delincuentes.

El espía del plagio

En los últimos días he leído distintas noticias en las que se hablaba de que la periodista Pilar Rahola podría haber basado su nueva novela L’espia del Ritz en el argumento de la novela L’espia del violí de Josep Maria Loperena.

Los posibles casos de plagio de ideas siempre me interesan mucho, porque son casos más complejos de lo que parecen. 

Si el maestro te pillaba copiando, no había discusión: te había pillado y punto. (Hasta podría señalarte con el dedo y decirte: «Y lo sabes»). Pero con estos casos entre escritores no es tan fácil. En muchos, no hay plagio lingüístico (palabra por palabra), sino de ideas y, entonces, la pregunta del millón es: ¿cómo establece el lingüista forense si dos novelas se han producido de forma independiente? Y, como dirían ciertos personajes de cómic, yo aún diría más: ¿cuánto pueden parecerse dos novelas que hablan de un mismo tema y haber sido escritas de forma independiente?

Además de llevar a cabo un análisis lingüístico de las similitudes y diferencias entre las obras, el lingüista forense, como buen espía, deberá obtener información que todavía no tiene, como si el autor de la novela A (de la que habría plagiado el de la novela B) usó datos que descubrió investigando, que inventó o que son hechos más o menos conocidos en cierto ámbito (por ejemplo, entre historiadores de una época concreta).

A todo esto, habrá que sumarle el estudio del argumento, los personajes, el lapso de tiempo en que transcurre la historia, los espacios que se describen, las técnicas narrativas que se usan y otros elementos estructurales y de contenido de las novelas. No creerás que ser espía es solo llevar gafas de sol y gabardina, ¿verdad?

Y si, después de todo este trabajo, los resultados apuntan a que las novelas no se han producido de forma independiente, pues, no te voy a engañar, sienta bien imaginar que le dices al autor: «¡Ajá! ¡Te he pillado! … Y lo sabes».