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13 Oct 2020
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Detrás de cada palabra hay un rastro lingüístico que puede delatarte

Sheila Queralt

Perito en lingüística forense. Con mis análisis científicos de la lengua contribuyo a cazar delincuentes.

Confesiones en los calabozos

A veces, las mejores confesiones no se producen ante el juez o la policía, sino en los mismísimos calabozos.

Al verse tras las rejas, los culpables de un crimen en muchas ocasiones no se derrumban, sino que se agarran a ellas para construir la versión más exculpatoria que puedan. Eso, por ejemplo, fue lo que hicieron Ana Julia Quezada, asesina confesa del pequeño Gabriel; Rosario Porto, madre adoptiva y asesina de Asunta Basterra, o José Enrique, más conocido como «El Chicle», asesino de Diana Quer. 

El caso de Rosario Porto en los calabozos es especialmente llamativo para una lingüista forense como yo, ya que no estaba completamente sola, sino que en la celda contigua estaba su exmarido y padre adoptivo de la menor, Alfonso Basterra. Y, además, ella era abogada, por lo que sabía muy bien dónde estaba y cómo usar las circunstancias a su favor. Sabía perfectamente que los estaban grabando y que eso podía convertirse en un arma de doble filo. En esas conversaciones entre ellos, se puede observar cómo, mediante el discurso, Rosario intenta crear para sí misma una imagen de víctima, de madre afligida y de mujer sumisa ante un hombre que es quien toma las decisiones. También se sirve de esa identidad que construye en la conversación para lanzar ideas inacabadas y poco precisas pero que ponen el foco de atención en su exmarido. 

Una de ellas es: «Tu imaginación calenturienta nos va a generar muchos problemas». Como se puede apreciar, es poco específica y no tiene un referente claro, aunque sí implica que «sus actos» van a tener consecuencias para ambos, no solo para él. Podría traducirse en algo así como: «Por tu culpa, voy a ser yo la que pague el pato». Mediante esa idea, intenta desvincularse de las acciones que los llevaron a estar en los calabozos y culpar de ellas únicamente a su exmarido. Dos años después, en el juicio, cuando se le pide a Rosario que opine sobre las fotos de Asunta vestida de ballet que surgieron en el juicio de Alfonso, vuelve a decir: «Me parece que solo una mente calenturienta puede malinterpretarlas, porque no entiendo cuál es la malinterpretación de unas fotos de una niña que viene disfrazada de ballet…». En ese contexto, podemos concluir con seguridad que eso de «una mente calenturienta» tiene claras connotaciones sexuales y que se refiere a la tercera acepción de calenturiento, -a que recoge el diccionario: «Que se excita sexualmente con facilidad» y no a la cuarta: «Exaltado, desbordante». Otro día te contaré más sobre la relación entre Rosario y Alfonso, porque tampoco tiene ningún desperdicio.