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26 Abr 2021
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Detrás de cada palabra hay un rastro lingüístico que puede delatarte

Sheila Queralt

Perito en lingüística forense. Con mis análisis científicos de la lengua contribuyo a cazar delincuentes.

El misterio de las amenazas al ministerio

Como sabrás, la semana pasada uno de los candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Pablo Iglesias, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska y la directora de la Guardia Civil, María Gámez, recibieron cartas con amenazas explícitas, acompañadas incluso con balas de fusil.  

En la carta anónima dirigida al ministro, con matasellos del 19 de abril, se decía:

«Tienes diez días para dimitir. El tiempo de reírte de nosotros se terminó. Policía Nacional. Guardia Civil. El tiempo lo tienes en contra para los taponazos».

Y, aunque el delincuente haya querido ocultar su identidad utilizando guantes, un gorro de ducha y una plantilla de letras para camuflar su caligrafía, se ha olvidado de que las palabras dejan rastro. ¡Ay, querido delincuente, de los lingüistas forenses no te puedes escapar! 

Volvamos a la amenaza: ¿hay algo que te haya llamado la atención? Seguramente, muchas personas que no estén familiarizadas con la balística desconocen la palabra taponazo, y es que es una palabra del argot policial y que, por tanto, podría delatar su profesión. 

¿Y qué me dices de se terminó? ¿No te parece un tiempo verbal poco común en ese contexto? Quizá tú habrías dicho «se ha terminado». Que te parezca común o no puede deberse a tu perfil geográfico, así que quizá esta elección lingüística también nos esté dando una pista sobre de dónde es el autor. 

Y es que, para ser un delincuente de primera, hay que prestar atención a los detalles que puedan delatarte, como las palabras. Pero descuida, que si tú no te fijas en ellas… ¡ya lo haré yo!