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12 Abr 2021
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Detrás de cada palabra hay un rastro lingüístico que puede delatarte

Sheila Queralt

Perito en lingüística forense. Con mis análisis científicos de la lengua contribuyo a cazar delincuentes.

La lengua en los interrogatorios por agresión sexual

La semana pasada hubo muchísimos comentarios sobre las preguntas que hizo el fiscal a la víctima en el caso de «la manada de Sabadell» durante el juicio en la Audiencia de Barcelona.

En febrero de 2019 la víctima de 18 años salía de un bar de Sabadell cuando fue abordada por 9 jóvenes y trasladada a una nave industrial donde presuntamente sufrió una violación múltiple. Cuatro de los nueve investigados están en el banquillo de los acusados y se enfrentan a penas de entre 37 y 41 años de prisión.

Los medios de comunicación han publicado fragmentos de audio de la declaración de la víctima y expuesto en detalle los sucesos que ha relatado. La primera pregunta que me surgió al ver las noticias fue si era verdaderamente necesario hacer público el relato de la víctima y si eso no perjudicaría su bienestar.

Algunos medios también han criticado duramente la actuación del fiscal y de la abogada del principal acusado durante el interrogatorio porque consideran que hacían repetir el relato a la víctima de forma innecesaria. Como lingüista, he de decir que las tácticas que se han podido ver en el juicio son las estrategias discursivas comunes utilizadas por los agentes judiciales y reflejan el dominio jerárquico del que disponen los interrogadores. Además, generalmente, estas estrategias lingüísticas son más duras en los casos de agresiones sexuales, tal y como recogen los estudios científicos sobre este tema. Probablemente, desde el punto de vista lingüístico, se podrían emplear estrategias más adecuadas pero, de nuevo, las que se han podido ver son las habituales en la dinámica procesal en la que los interlocutores intentan esclarecer cuestiones esenciales para poder probar las acusaciones.

Otro aspecto relevante es el hecho de que la víctima sea obligada a recordar los hechos y revivirlos distintas veces. En este caso, como mínimo, ante la policía, el juez de instrucción, el personal sanitario, el psicólogo, su abogado y el juez. Esto provoca una revictimización de la víctima. En mi opinión, se debería replantear la toma de declaraciones a las víctimas: ¿son necesarias tantas declaraciones? Además, se debe tener presente la degradación que se produce en el discurso de la víctima a causa de, obviamente, la reconstrucción de los recuerdos y el estrés, pero también de todas las interferencias que tiene su recuerdo (y, por lo tanto, su declaración) después de ser sometida a los distintos interrogatorios (en el mejor de los casos, llevados a cabo por personas expertas, pero, en otros, por personas no expertas). Se debe encontrar el equilibrio entre intentar minimizar la revictimización de la víctima y garantizar el objetivo del proceso judicial, llegar a probar o desestimar los hechos denunciados.