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27 Abr 2024
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Viva la décima, en el 400 aniversario de Espinel

Hemos hablado mucho aquí del soneto, esa estrofa estelar de la poesía en español y en muchos otros idiomas. Os he traído docenas de sonetos magistrales. Hoy os voy a hablar de otra estrofa maravillosa: la décima. De ella y de su creador, el escritor y músico malagueño Vicente Espinel. 

Murió Espinel hace ahora cuatrocientos años, y un grupo de decimistas ilustres han decidido proclamar todo este 2024 como el Año Espineliano. Este pódcast se suma a la celebración con entusiasmo. La décima o espinela… ¡qué gran invento! 

Espinel era malagueño de Ronda. Tuvo una vida interesantísima y agitada. Intentó de joven ser soldado, fue escudero del Conde de Lemos, llevó en Sevilla una vida tan disipada que por protegerse de la justicia tuvo que acogerse a sagrado e intentar pasar a Italia… Fue en el camino apresado por corsarios berberiscos que lo tuvieron esclavizado un tiempo en Argel. 

Intervino ya como soldado en diversos episodios bélicos en Italia y en Flandes. Vivió por fin de la música en Roma, como compositor, como guitarrista y como cantante… Y ya con treinta y bastantes años acabó volviendo a su tierra, ordenándose sacerdote bajo la tutela del obispo de Málaga y logrando el grado de Bachiller en Artes por la Universidad de Granada.

¿Acabaron ahí sus andanzas y sobresaltos? Pues no. Se trasladó a Madrid, publicó sus versos, perdió una capellanía por su de nuevo vida desordenada, logró otra de otro obispado, el de Plasencia, se graduó como Maestro en Artes en la Universidad de Alcalá de Henares… En fin.

Buena parte de sus muchas aventuras las incluyó Espinel en la novela picaresca titulada Relaciones de la vida del escudero Marcos de Obregón, una obra que tuvo cierto éxito. Tanto que hasta salieron en vida del autor dos ediciones pirata en Barcelona y una traducción al francés.

Como músico, se le atribuye a Espinel una gran innovación técnica: añadirle a la guitarra española una cuerda más a las cuatro que hasta entonces tenía, una quinta cuerda más grave. Aunque hay expertos que dicen que no, que no fue él el primero en hacerlo.

Como escritor, lo elogiaron Lope de Vega, que fue alumno suyo, Cervantes, Góngora, Quevedo… Todos los grandes posteriores a él. 

Antes de Espinel, ya había en la lírica española estrofas de diez versos. Pero es el rondeño quien le da a la décima la perfección en la estructura fija que nos ha llegado hasta hoy. Lo contaba así, en un acto público reciente en Nueva York de homenaje al poeta, el decimista y repentista cubano Alexis Díaz-Pimienta, uno de los promotores de la celebración en este 2024 del Año Espineliano. 

Lo hacía en décimas improvisadas, ¡claro! Dice una de ellas.

Fue don Vicente Espinel, 
egregio bardo rondeño, 
áureo vate malagueño, 
músico de alto nivel. 
Lope dijo sobre él: 
“único bardo latino
y castellano”. Genuino 
elogio. Y también: “maestro 
de la música”. Por diestro, 
por genio, por cervantino. 

Y en otras dos, comentando ya el cuarto centenario del creador de la décima, dice esto Díaz-Pimienta:

Cuatro siglos han pasado.
Cuarenta décadas. Mucho. 
Y yo todavía escucho 
su apellido en todo lado. 
Vaya espléndido legado 
para hablantes diferentes. 
Vaya simbólicos puentes. 
Creó (de forma profética) 
la única estrofa poética 
que enlaza dos continentes. 

Porque no nos engañemos: 
Hay que salvar las distancias. 
Ya no hay églogas ni estancias 
ni silvas. No componemos 
serventesios ni tejemos
liras, sextinas, gacelas, 
ni octavas ni villanelas 
ni soleares votivas. 
Sin embargo, siguen vivas 
las famosas espinelas.

Le he comentado a Alexis que desde Archiletras nos sumamos al Año Espinealiano, y vamos a hacerlo trayendo a este espacio un ramillete de décimas yo diría que ejemplares, porque nos van a permitir ver con ellas las muchas posibilidades de esta estrofa. Todas las que os traigo se escribieron en la primera centuria de la estrofa, entre finales del siglo XVI y finales del XVII.

La primera décima es de fray Luis de León. Como ya os conté aquí, además de un humanista, un científico y un poeta exquisito, fray Luis fue un intelectual que defendió su libertad frente al poder y uno de los principales pilares de la Universidad de Salamanca en sus mejores tiempos. 

Denunciado ante la Inquisición, entre otras cosas por haber traducido el Cantar de los cantares del hebreo al castellano sin licencia y por otras presuntas desviaciones heréticas -aunque en el fondo parece que fue por envidias profesionales y de otras órdenes religiosas-, fray Luis pasó en las prisiones inquisitoriales de Valladolid casi cinco años. Desde de marzo de 1572 a diciembre de 1576, fecha en la que fue absuelto. La décima que os traigo la habría escrito en las paredes de aquella cárcel. Estaríamos por tanto ante un poema graffiti. Digo estaríamos, en condicional, porque hay quien niega el graffiti e incluso quien sostiene que la décima no fue obra de fray Luis de León. Sea como fuere, dice así:

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso
con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa
ni envidiado ni envidioso.

Vamos con otra décima muy diferente. Es satírica. De Góngora contra Lope de Vega. Os conté aquí que Lope fue muy mujeriego, tuvo muchas parejas. Una de ellas se llamaba Marta de Nevares. Era actriz, tenía 26 años y estaba casada cuando ennovió con Lope, que era ya sacerdote y tenía 54 años. La relación fue la comidilla de la Corte, por donde corrió de mano en mano esta décima de Góngora.

Dicho me han por una carta
que es tu cómica persona
sobre los manteles mona
y entre las sábanas Marta.
Agudeza tiene harta
lo que me advierten después,
que tu nombre del revés,
siendo Lope por el haz,
en haz del mundo y en paz
pelo desta Marta es.

Esos versos finales son tremendos. Esa manera de decirle Góngora a Lope que, puesto su nombre al revés, apenas era un pelo de Marta.

Lope, que como os decía antes fue discípulo de Espinel, había alabado mucho la estrofa. En su Arte nuevo de hacer comedias, una especie de libro de estilo del género escrito en versos blancos, aconsejaba esto a los autores de comedias:

Acomode los versos con prudencia
a los sujetos de que va tratando:
las décimas son buenas para quejas;
el soneto está bien en los que aguardan;
las relaciones piden los romances
aunque en octavas lucen por extremo;
son los tercetos para cosas graves
y para las de amor, las redondillas. 

«Las décimas son buenas para quejas», escribe Lope. Y de quejas son las décimas con las que vamos a cerrar este episodio. La primera es de sor Juana Inés de la Cruz, la llamada décima musa. Barroco puro. Atentos:

Toco, por ver si escondido
lo viviente en ti parece.
¿Posible es que de él carece
quien roba todo el sentido?
¿Posible es que no ha sentido
esta mano que le toca?
¿Y a que atiendas te provoca
a mis rendidos despojos?
¿Que no hay luz en esos ojos?
¿Que no hay voz en esa boca? 

Y tras sor Juana Inés, otro de los grandes del siglo XVII: Calderón de la Barca, el alumno más aventajado de Lope de Vega como dramaturgo. Os traigo tres décimas suyas. Las tres, de La vida es sueño, su obra más emblemática, una especie de drama filosófico o existencial mucho antes de que este último apelativo llegara a la literatura.. Las tres están en boca del protagonista de la función, Segismundo. 

La primera forma parte del primer soliloquio de Segismundo. Está al comienzo de la obra, el personaje casi se nos está presentando. Dice así esa décima:

Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Las otras dos décimas pertenecen al segundo soliloquio de Segismundo. Son celebérrimas. Vamos a cerrar este episodio con ellas. Dicen así: 

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.