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06 Feb 2022
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Todos los días, de Josefina de la Torre

Todos los días
llama a mi puerta el desconsuelo…
Estoy vacía y su eco resuena
por todos los rincones de mi vida.
Se estremece mi sangre
que es un hilo de hielo
al faltarme el calor de tu presencia.

No comprendo el idioma del paisaje;
qué quiere decir “sol”,
“cielo azul”
“aire”.
No comprendo mi ritmo,
ni mi esencia,
ni por qué sigo andando,
respirando,
contemplando a la gente,
a los perros que pasan,
a los pájaros
que mi balcón visitan diariamente.
Ni por qué la mirada,
mis ojos,
abarcan el entorno que me envuelve.
Ya no comprendo nada.
El mundo se me ha vuelto
un compañero extraño
que camina a mi lado
y no conozco.
¿Qué quiere decir “vida”?
Ya no encuentro
aquel sabor que un tiempo me dejara.
Las palmas de mis manos
se cierran sin calor,
desconsoladas.
Que eran tuyos tu casa y tu paisaje;
que está en ellos la huella de tus pasos,
el hueco de tu cuerpo…
Y está la casa llena
de tu recuerdo…

Actriz, cantante lírica, novelista, poeta. La canaria Josefina de la Torre (1907-2002) es una de las más interesantes y también más injustamente olvidadas y ninguneadas mujeres miembros de la Generación del 27. Ya os traje aquí, hace algunas semanas, a otras dos de ellas, del grupo llamado Las Sinsombrero: la madrileña Concha Méndez y la vitoriana Ernestina de Champourcín.

De la Torre fue una mujer vanguardista, cosmopolita, deportista cuando casi nadie lo era. Y polifacética de éxito: destacó en todas las actividades profesionales y artísticas que frecuentó. Como actriz, dobló para la Paramount a Marlene Dietrich y a otras estrellas internacionales de la época, fue primera actriz de la compañía María Guerrero, creó después su propia compañía, rodó un buen número de películas -y en algunas de ellas hizo de guionista o de ayudante de dirección-, intervino en radionovelas y en programas de televisión (entre estos últimos, la conocida serie Anillos de oro)… Como soprano, fue solista de la Orquesta Sinfónica de Madrid y de la compañía de zarzuelas del maestro Sorozábal; ofreció exitosos recitales interpretando a Debussy, Esplá o Saint-Saëns; compuso ella misma algunos partituras.

Era la pequeña de seis hermanos de una familia adinerada y muy culta de Las Palmas de Gran Canaria. Escribía poesía desde los 8 años, publicaba desde los 13. Su hermano -doce años mayor- Claudio de la Torre, dramaturgo, poeta, director de cine, fue para ella un continuo estímulo.

La infancia, la soledad, la muerte; Gran Canaria, su mar, su playa, su naturaleza. Esos son sus motivos poéticos más frecuentes. En la forma, es lo que hoy llamaríamos transversal: desde poemas vanguardistas, de versos blancos y de métrica variable, como este que hoy os traigo, a sonetos técnicamente perfectos y de un lirismo que recuerda a nuestros mejores clásicos, en la forma y en el contenido. Ved este: «Sé que es mudable y en cambiar se ufana. / Que todo lo repite y nada es nuevo. / Que la mirada que en amores gana, / pierde en amores, siendo amor el cebo. / Sé que lo que hoy es templo decisivo, / mañana será tumba indiferente; / y que los versos que hoy ofrece, altivo, / a otra, mañana, ofrecerá inclemente. / Todo esto lo sé. Nada me obliga. / Y aún conociendo el mal, al mal aspiro: / porque sin mal, no hay bien que amores diga. / Que en la gracia mudable de su giro / está toda la savia de la ortiga: / si es que a dar en el blanco alcanza el tiro».

Este Todos los días que hoy os traigo habla del dolor de la pérdida, del vacío que dejan las ausencias, de la tristeza en la que nos derrumban los amores perdidos. Yo lo digo y lo siento así: