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23 Ago 2020
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Poderoso caballero es don Dinero, de Quevedo

Madre, yo al oro me humillo,
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado
de continuo anda amarillo.
Que pues doblón o sencillo
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en España
y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Es Galán y es como un oro,
tiene quebrado el color;
persona de gran valor
tan cristiano como moro;
pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Son sus padres principales,
y es de nobles descendiente,
pues que en las venas de Oriente
todas las sangres son reales.
Y pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero
es don Dinero.

¿Más a quién no maravilla
ver en su gloria, sin tasa,
que es lo menos de su casa
doña Blanca de Castilla?
Pero pues da al bajo silla
y al cobarde hace guerrero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Sus escudos de armas nobles
son siempre tan principales,
que sin sus escudos reales
no hay escudos de armas dobles;
y pues a los mismos robles
da codicia su minero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos
en las casas de los viejos
gatos lo guardan de gatos;
y, pues él rompe recatos
y ablanda al juez más severo,
poderoso caballero
es don Dinero.

Y es tanta su majestad,
aunque son sus duelos hartos,
que con haberle hecho cuartos
no pierde su autoridad.
Porque pues da calidad
al noble y al pordiosero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición,
que a las caras de un doblón
hacen sus caras baratas;
y, pues les hace bravatas
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra
(mirad si es harto sagaz)
sus escudos en la paz
que rodelas en la guerra.
Y pues al pobre le entierra
y hace proprio al forastero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Poeta, novelista, dramaturgo, ensayista de opúsculos de todo tipo (filosóficos, políticos, morales…), Francisco de Quevedo (1580-1645) es mucho más que un literato. Es, como dijo Jorge Luis Borges, una literatura completa. Y en todas sus muchas ramas, una literatura del máximo nivel.
Cojo desde recién nacido, miope desde niño, inteligentísimo, ingenioso, mordaz, misántropo y misógino, muy formado y cultivado, destacó como autor desde muy joven. Compitió por la supremacía literaria con sus mejores coetáneos, combatió a todos con su acerada pluma, especialmente a Lope de Vega y a Góngora… Se metió con todos, combatió con sus armas literarias a todos. Dotado como nadie para la sátira y la poesía burlesca, dirigió sus dardos tanto a las personas como a la clase política de su tiempo en general, del rey abajo todos, incluido el rey, lo que le valió enemistades y destierros.

Como poeta, Quevedo también es un universo poliédrico, capaz de hacer los versos de amor más primorosos y sutiles de nuestras letras y al tiempo los más procaces; los más sentidos y líricos y los más burlescos y paródicos,

Esta que os traigo hoy es una de las composiciones satíricas más célebres no sólo de Quevedo, sino de la literatura en español en general. Una letrilla excelentemente armada en la que el poeta desgrana en pocas estrofas una acerada crítica social que retrata a la perfección la España de su tiempo, la de la decadencia del Imperio.

La letrilla es una composición poética creada en nuestro primer siglo áureo y muy usada y consagrada en el segundo, el XVII. Quevedo y Góngora son sus dos grandes artífices. Se divide en estrofas, por lo general de versos octosílabos, que acaban siempre en un estribillo que resume de modo machacón el mensaje de fondo. El de este poema, «poderoso caballero es don Dinero», ha pasado a ser parte del acervo popular de uso común para millones y millones de hispanohablantes desde hace ya más de cuatro siglos.

Yo lo siento y lo digo así: