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19 Mar 2023
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Garcilaso, Boscán y Hurtado de Mendoza, tres innovadores todavía hoy referentes

Buena parte de los últimos 500 años de poesía en español le deben mucho a una conversación remota, en los jardines del Generalife granadino, entre dos autores, el veneciano Andrea Navagero y el barcelonés Juan Boscán.

Lo contó este ultimo: «Estando un día en Granada con el Navagero, tratando con él en cosas de ingenio y de letras, me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia: y no solamente me lo dijo así livianamente, mas aún me rogó que lo hiciere… Así comencé a tentar este género de verso, en el cual hallé alguna dificultad por ser muy artificioso y tener muchas particularidades diferentes del nuestro. Pero fui poco a poco metiéndome con calor en ello. Mas esto no bastara a hacerme pasar muy adelante, si Garcilaso, con su juicio —el cual, no solamente en mi opinión, mas en la de todo el mundo ha sido tenido por cosa cierta— no me confirmara en esta mi demanda». 

Hoy os traigo de nuevo a este espacio a esos dos innovadores antes mencionados, Boscán y Garcilaso, y a uno más, Diego Hurtado de Mendoza, que en los comienzos del siglo XVI -es decir, hace medio milenio- se sumó a aquellos dos en la puesta al día de la poesía en español. Trajeron a nuestra lírica nuevos metros -el verso endecasílabo, por ejemplo- y nuevas estrofas que aún hoy frecuentan muchísimos poetas en nuestra lengua: la lira, la octava real, el terceto y, sobre todo, el soneto.

De Boscán, que como os dije creo que debería figurar en las historias de nuestra literatura mucho más destacado de lo que suele estarlo, os traje en su día precisamente un soneto. Y no era un soneto cualquiera; era un soneto en que se dirigía ¡a su admirado amigo y maestro Garcilaso! Esto le decía en el segundo cuarteto a su amigo, que acababa de morir:

dime: ¿por qué tras ti no me llevaste
cuando de esta mortal tierra partiste?,
¿por qué, al subir a lo alto que subiste,
acá en esta bajeza me dejaste?

Mi comentario y el soneto al completo lo puedes ver aquí.

¡Qué decir de Garcilaso! No publicó en vida su obra, fue precisamente su amigo Boscán quien en 1543 incluyó parte de ella, a modo de apéndice, en una recopilación propia. Es portentoso. Algunos de sus poemas parecen escritos hoy mismo. Podía haberos traído su extraordinario Soneto V, que acaba en estos dos magistrales tercetos: “Yo no nací sino para quereros; / mi alma os ha cortado a su medida; / por hábito del alma mismo os quiero. / Cuanto tengo confieso yo deberos; / por vos nací, por vos tengo la vida, / por vos he de morir, y por vos muero». O el celebérrimo Soneto X, que comienza así: “Oh, dulces prendas, por mí mal halladas». Pero os traje un fragmento de su Égloga I, modelo canónico del dolor por el amor no correspondido.

¡Oh más dura que mármol a mis quejas,
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!,
estoy muriendo, y aún la vida temo;
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay, sin ti, el vivir para qué sea.

Mi comentario sobre el poeta y sobre el fragmento elegido lo puedes encontrar aquí. 

Diego Hurtado de Mendoza ha pasado a la historia de nuestras letras tanto como poeta al viejo estilo tradicional castellano cuanto como poeta innovador, italianizante. Lo que se conoce de su trayectoria vital y profesional impresiona: diplomático, embajador en destinos de primera fila, bibliófilo exquisito, militar, escritor militar -su Guerra de las Alpujarras es aún hoy muy valorada-, humanista… Lo que se sospecha impresiona aún más: muchos expertos a lo largo de los últimos siglos lo han tenido por el autor del Lazarillo de Tormes, la primera novela moderna de la historia. 

De Hurtado de Mendoza os traje una Canción representativa de su etapa de poeta tradicional y os comenté un poema de su etapa italianizante, renovadora: nada menos que el primer soneto dentro del soneto. ¿Recordáis el célebre verso «Un soneto me manda hacer Violante» con que Lope de Vega contaba en un soneto cómo se hace un soneto? Pues casi cien años antes ya había hecho algo parecido Diego Hurtado de Mendoza.

Mi comentario sobre Don Diego y su poema seleccionado al completo lo tienes aquí