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19 Dic 2021
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Epigrama, de Polo de Medina

¿Tú piensas que nos desmientes
con el palillo pulido
con que, sin haber comido,
Tristán, te limpias los dientes?
No tal, el hambre cruel
da en comerte y en picarte,
de suerte, que no es limpiarte 
sino rascarte con él.

El murciano Salvador Jacinto Polo de Medina (1603-1676) es un especialista de nuestro segundo Siglo de Oro, el XVII, en un género, el epigrama, muy característico del Barroco. Escribió Polo de Medina muchísimos epigramas. Este que hoy os traigo, incluido en su libro El buen humor en las musas, de 1637, se titula A un hombre que se limpiaba los dientes sin haber comido. Recrea un motivo clásico de nuestras letras que hallamos ya en La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, que es de casi un siglo antes: el del hidalgo sin oficio ni beneficio que pasa hambre lacerante y, por el qué dirán, aparenta que vive sobrado y bien comido.

El epigrama es una composición poética breve que, de modo ingenioso, expresa una idea o narra un hecho con intención festiva o satírica. El género nació en la Grecia clásica, se cultivó mucho en latín en Roma y sus colonias y en nuestras letras tuvo su momento estelar en el Barroco, con Francisco de Quevedo de maestro absoluto. Entre nosotros sirvió tanto para hacer chanzas sobre defectos físicos de personas concretas -por narigudo, por giboso, por zambo… lo políticamente correcto no se llevaba mucho entonces; y lo que estaba bien visto y celebrado era lo contrario, lo que hoy llamaríamos incorrecto- como para formular cierta crítica social sin correr excesivos riesgos con el poder.

Polo de Medina sigue, glosa, imita y homenajea en su obra tanto a Quevedo como a otro de sus ilustres contemporáneos, Luis de Góngora. Como este último, se ordenó sacerdote, lo que le permitió desempeñar diversos empleos con obispos y nobles que le dejaran tiempo suficiente para cultivar la literatura. Escribió así mismo numerosos romances, muchos de ellos en tono también satírico como podéis ver en estos títulos, del mismo volumen del que está tomado el epigrama: A un hombre muy viejo que galanteaba una niña, A unas narices y una boca muy grande, A una vieja fea y muy melindrosa, A una dama muy pequeña sobre unos chapines muy grandes.

Yo digo y siento su epigrama así: