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02 Ago 2020
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Los mejores en castellano, seleccionados, comentados y recitados por el editor y director de Archiletras.

Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

Besos, de Gabriela Mistral

Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero…? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos… vibró un beso,
y qué viste después…? Sangre en mis labios.

Yo te enseñé a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Maestra de escuela rural desde muy joven, pedagoga después de talla internacional -fue fichada por el Gobierno mexicano para reformar su sistema educativo-, diplomática con carrera como cónsul en numerosos países, entre ellos España, la chilena Gabriela Mistral (1889-1957) es una de las cumbres de la poesía en español de todos los tiempos. Traducida a docenas de idiomas, reconocida y admirada por lectores de todo el mundo y de diferentes culturas, en 1945 fue galardonada con el premio Nobel de Literatura. Fue la primera mujer iberoamericana en recibir un Nobel.

Su nombre era otro: Lucila Godoy Alcayaga. Tomó su seudónimo literario en homenaje a dos de sus poetas preferidos: el italiano Gabriele D’Annunzio y el francés que escribía en provenzal Frédéric Mistral.

La suya es una poesía sencilla, muy humana, de ternura, intimista y a veces dolorida. La religiosidad es frecuente en sus versos, . Dedicó muchos a la infancia, a los niños, a la maternidad, a las mujeres.

Besos es uno de sus poemas más célebres, uno de los que mejor la retratan como poeta. Habla de besos de todo tipo, de amor y de dolor, de lealtad y de traición. Ese verso y medio que cierra el poema y que ya había aparecido algunas estrofas antes, «besos míos, / inventados por mí, para tu boca», emociona como pocos pasajes literarios.

Yo siento así este largo e intenso poema: