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22 Abr 2023
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Arsenio Escolar

Periodista, filólogo, escritor y editor. Fundé Archiletras en 2018 tras darle vueltas al proyecto durante 35 años.

‘Ya no’, de Idea Vilariño: El poema de desamor más bello del mundo


Su padre, que era anarquista, le puso el nombre de Idea como homenaje a la razón. Pero sus poemas son emoción, pura emoción, nada racionales. Hoy hablamos de Idea Vilariño y de su historia de amor y desamor con otro de los grandes escritores uruguayos, el último hombre del que debió enamorarse.

Profesora universitaria, compositora, traductora, crítica literaria. Y, sobre todo, poeta. La uruguaya Idea Vilariño es una de las voces más singulares de la lírica en español del último siglo. Murió hace poco, en 2009. Había nacido en 1920.

Su padre, que era anarquista, le puso ese nombre, Idea, como homenaje a la razón. También eran infrecuentes los nombres de sus cuatro hermanos: Azul, Alma, Poema y Numen. Este último fue pianista, muy conocido. Su madre, su padre y Azul murieron cuando Idea era muy joven. De salud quebradiza desde muy chica (aunque luego fue longeva), frágil física y emocionalmente, muchos de los poemas de Idea están teñidos quizás por esas circunstancias personales de una tristeza que en ocasiones llega al desaliento, a la angustia.

Sus poemas tienen un tono propio, reconocible, diferente. Ha sido traducida a muchos otros idiomas, recibió premios internacionales, cuenta con pocos pero entusiastas seguidores en muchos países, y no sólo hispanohablantes. Sus poemas son universales, impactan en lectores de muy diferentes culturas.

Fue miembro de la llamada Generación del 45, un grupo de escritores, poetas, críticos y editores, cosmopolitas e inconformistas que, en palabras de la profesora y crítica literaria Rosario Peyrou, “introdujeron a la literatura uruguaya en la modernidad”. El novelista Juan Carlos Onetti y los poetas Mario Benedetti e Ida Vitale fueron algunos otros de los componentes del grupo.

El texto que hoy os traigo es, para algunos seguidores de Idea, «el poema de desamor más bello del mundo». Tiene un destinatario conocido, muy conocido: el antes citado novelista Juan Carlos Onetti, con el que Idea mantuvo una apasionada, intermitente y complicada relación. El poema es de 1958, lo añadió la autora en una reedición de su libro Poemas de amor, que se había publicado un año antes y que ella le había dedicado precisamente a Onetti. En medio, entre una y otra edición y cuando según algunos testimonios mejor estaban entre ellos, él la había abandonado para casarse con otra mujer, Dolly Muhr.

Tanto este como otros muchos poemas de Vilariño reflejan muy bien la compleja relación entre ambos escritores. La propia Idea reveló otros pormenores. En el libro Construcción de la noche. Vida de Onetti, de Carlos María Domínguez, Idea cuenta esto:

“Es el último hombre de quien debí enamorarme […]. El sexo era para él una manera de explotarte, de torturarte, de revolverte el corazón y de hacerte decir hasta lo que no querías […]. Discutíamos, nos dejábamos de ver, pasaban meses, yo comenzaba otra relación y cuando estaba en lo mejor llamaba Onetti y se iba todo al demonio […]. Una noche me llamó desesperado para que fuera a verlo. Yo estaba con alguien que me amaba y lo dejé. Y recuerdo que lo único que hicimos fue ponernos de espalda, leyendo un libro él, y yo otro. A la mañana siguiente le agarré la cara y le dije: ‘sos un burro, Onetti, sos un perro, sos una bestia’. Y me fui”.

En una entrevista ya al final de su vida con la periodista María Esther Gilio hay este diálogo:

«–Él dijo en una entrevista que estaba enamorado de ti, pero que nunca sintió que tú estuvieras enamorada de él. –Sí, sí, ya lo sé. Él me lo dijo a mí muchas veces. Yo me enojaba mucho con él cuando decía que no sentía que estuviera enamorada. «Con la cabeza lo entiendo, pero con esto no», decía él y se tocaba el corazón. –¿Por qué pensás que no creía en tu enamoramiento? –Porque yo muy a menudo decía no. –Y para él no hay amor sin sumisión, sugiere la entrevistadora –Seguramente. Pero yo no tenía más remedio que decir no, salvo que estuviera dispuesta a dejar que me pisara la cabeza. Pero además, no se trataba sólo de amor. Era la manera de vivir. Nosotros nos contábamos todo, hablábamos de todo lo que nos pasaba, de lo que pensábamos y sentíamos con total libertad. Sin miramientos ni escrúpulos. Eso era algo que hacíamos bien, pero compartir la vida… Habría sido muy difícil. Yo no debí haberme enamorado nunca de Onetti. Era el último hombre que tenía que haberme gustado. Éramos dos personas absolutamente contradictorias.»

Se vieron por última vez en 1974, en un hospital donde él estaba ingresado. Cuando Idea entró en la habitación, Dolly Muhr, con la que Onetti seguía y siguió hasta su muerte, los dejó solos. Idea lo contó después así: “Me levanté y quise tocarlo, tocar su mejilla con la mía. Apenas llegaba a él cuando me agarró con un vigor desesperado y me besó con el beso más grande, más tremendo que me hayan dado, que me vayan a dar nunca, y apenas comenzó su beso, sollozó, empezó a sollozar por detrás de aquel beso, después del cual debí morirme”.

Yo digo y siento así Ya no, este poema de Idea Vilariño:

Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.

Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.

No volveré a tocarte.

No te veré morir.