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24 Ene 2019
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Miscelánea de los desvíos de la norma que, por descuido o por ignorancia, cometen los periodistas. Los aciertos no están aquí pero son muchos más.

Alberto Gómez Font

Lingüista, miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, ex director del Instituto Cervantes de Rabat y ex coordinador de la Fundéu.

A los agresivos ¿se los admira o se los teme?

¡Cuidado! ¡Estamos ante un engañoso falso amigo! O al menos así fue durante años, hasta que los hablantes decidimos cambiar las cosas.

Así, el uso del adjetivo agresivo/a con el significado de ‘resuelto, dinámico, entusiasta, emprendedor, insistente o asertivo’ se nos coló en español por contagio de su pariente inglés aggresive, que en esa lengua sí  equivales a esas acepciones, todas ellas muy positivas y propias de una persona digna de encomio.

Pero resulta que en español correcto —hasta la aparición del último Diccionario de la Real Academia Española, en el 2014— el único significado de agresivo era: ‘propenso a faltar al respeto, a ofender o a provocar’.  Por eso en el Manual de estilo de la Agencia Efe se podía leer lo siguiente: «Evítese la acepción inglesa (“Una agresiva campaña de publicidad”; un vendedor agresivo”). Sustitutos posibles: intenso, activo, dinámico, audaz, de empuje, de acción, de iniciativas…»

Más si miramos hoy el diccionario académico podremos ver que ya hay un par de acepciones (desde el 2014) en las que agresivo  es también ‘que resulta llamativo o que rompe con el orden establecido’ (estética agresiva) o ‘que actúa con dinamismo, audacia y decisión (ejecutivo agresivo, empresa agresiva).

Así las cosas, si alguien nos califica de agresivos no está muy claro si nos admira o nos teme…