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10 Jul 2020
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Lo que va y viene en el mundo editorial.

Begoña Piña

Periodista. Infiltrada desde hace años en la Cultura, leo todo lo que puedo y siempre me quedo con ganas de mucho más.

Cuarentena, sí. Microondas, no

La crisis de la Covid-19 parece empeñada en cebarse con los libros. A la crisis que vive el sector a causa de la pandemia se une ahora un despropósito nacido de una genuina ignorancia. A algunos les ha dado por meter los libros en un microondas para desinfectarlos.

A la lista de dislates que se están viviendo, especialmente en países americanos, llega ahora este nuevo disparate. No es, desde luego, tan peligroso como beber lejía, pero en el mundo del desconocimiento, no se queda muy atrás. Los bibliotecarios de varios estados de EE.UU. han tenido que lanzar una advertencia a los ciudadanos para que dejen de utilizar electrodomésticos en su intento por terminar con los rastros del coronavirus.

Libros abrasados y algún que otro accidente doméstico provocado por las piezas metálicas que se utilizan en ciertas encuadernaciones han hecho reaccionar a los bibliotecarios, amantes de los libros por definición. En Florida han tenido, incluso, que colgar carteles en las propias bibliotecas y difundir el consejo por redes sociales para que parase la práctica del microondas.

Parece que en España hay un sentido común o de la lógica o un conocimiento del funcionamiento de los microondas más amplio porque no se conoce ningún caso –ello no quiere decir que no existan-. Cierto que ya en abril la asociación de bibliotecarios elaboró un protocolo para la desinfección de los libros que consiste en poner en cuarentena los libros durante catorce días antes de que se entreguen al usuario. Cuarentena, sí. Microondas, no. Y la pregunta inevitable: ¿qué clase de libros leen esos lectores americanos adoradores del microondas?