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22 Jun 2021
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Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Sólo sé lo que otros dicen

«Es imposible que ahora, de repente, la gente tenga tanto que decir, macho. Parece que hay estar ahí a toda costa, tener presencia en redes y opinar por sistema de lo que toque» me dijo anoche un usuario de mi taxi.

«Salta una noticia y al instante todo el mundo la comenta en las redes, pero sin red. A vuelapluma. A botepronto. Sin tiempo de reflexión que te permita elaborar un criterio sólido y sin contradicciones. Como mucho, buscas un par de datos en Google que avalen tu postura, y avanti con todo. Y el caso es que el tema a tratar ya no importa; cualquiera vale. La guerra en Siria, el uso del burka, el conflicto Israel-Palestina, el aborto o los indultos del Gobierno. Basta apoyarte en el tuit de otro, o en un comentario en Facebook de no sé quién, y tema zanjado. A por el siguiente…».

«Ya lo decía mi abuela: las prisas no son buenas… Los de mi generación —soy mayor que tú— hacíamos consultas en la Enciclopedia Espasa, y quisieras o no, esa labor de búsqueda manual al menos te permitía hacer las cosas con calma; casi como un orfebre de la información. Y además, te parecerá una tontería, pero el papel le daba cierta credibilidad añadida a cada dato. Algo impreso no podía ser falso, porque el papel ahí seguía  por los siglos de los siglos. ¿Pero ahora? Puedes encontrar lo que quieras, cuando quieras y donde quieras. Y “lo que quieras” significa la teoría más loca que se te pase por la cabeza. El terraplanismo, por ejemplo, o ahora el tema este de los antivacunas. Si te crees esas mierdas, encontrarás cientos de foros y enlaces capaces de darle consistencia a tu idea, fortaleciéndola incluso».

Capturé toda su charla en mi grabadora. Luego, ya en casa, busqué sus audios y me costó encontrarlos. Había muchos, de otros muchos usuarios de mi taxi hablando de todo un poco, y opinando (y yo, mientras tanto, en silencio).

Realmente no sé bien qué pensar de todo lo que escucho a diario, quiero decir. Mi criterio se diluye en agua y la duda, cada vez más consistente, flota.

Y yo aquí sigo, asido a esa duda. Para no ahogarme.