PATROCINADORES
INSTITUCIONES
Junta castilla
jcm

Archiletras

22 Sep 2022
Compartir

Usos y análisis del lenguaje urbano a través del espejo retrovisor de mi taxi.

Daniel Díaz

Taxista, escritor y viceversa. Licenciado en charlas casuales y amante discreto del verso suelto.

Mala gente que camina

Me hablas, te oigo, pero no escucho. Noto ansiedad. Estamos en la calle Colón y hay gente por doquier. Buena gente que camina.

Tu discurso me empujó a desconectar. En todos estos años de taxista he aprendido a fingir un interés desmesurado por lo que sea que me cuenta quien habita mi espalda. En tu caso el tema va de zapatos. De zapatos de entretiempo y del problema que tenéis vosotras, las mujeres, cuando no hace demasiado frío ni demasiado calor y amenaza lluvia. Eres guapísima, por cierto. Y tu vestido corto, de lino blanco, sugiere un cuerpo digno de ser esculpido en antracita. Y si he dejado de escucharte sólo ha sido porque no puedo controlar mi cabeza. La cabeza se me va de las manos. Se evade. Viaja, aunque yo no quiera. Viaja a lugares no siempre idílicos, quiero decir.

Ahora estoy en la infancia de esa chica (desde que soy padre, pienso mucho en esto). En el carácter moldeándose. En todo ese cúmulo de novedades. En los sentimientos. ¿Quería más a papá o a mamá? ¿Llegó a sentir celos enfermizos hacia algún hermano, primo, etcétera? ¿Cuál fue realmente su primer amor? ¿Sufrió mucho con su primera gran decepción? ¿Qué peculiaridad le caracteriza o le hace diferente al resto?

Pero aquí y ahora, subiendo con mi taxi por la calle San Vicente, me cuentas que fuiste fallera. Me hablas de los moños, del vestido. De los bajos del vestido manchándose con un suelo ennegrecido por la lluvia. De la emoción. Sigo oyendo, pero no escucho porque esta vez mi infancia se está desmoronando por momentos. Tengo tantas lagunas que tal vez se me escapen datos de vital importancia. Mi primer amor lo tengo claro. Mi primera decepción, no tanto.

¿Fui feliz?

Nos proyectamos. Supongo que esa es la trampa de la sociabilidad. Escuchas sólo por comparar al contrario contigo (¿por qué dije «contrario»?)- Rivalizamos, tal vez, en valores. En experiencias. En empaque. En vivencias más o menos traumáticas. Competimos en silencio al tiempo que fingimos interés porque es un acto inherente al ser humano.

Estoy en la Plaza del Ayuntamiento y hay gente por doquier. Mala gente que camina.